domingo, 29 de noviembre de 2009

¿QUIERES SER JOHN MALKOVICH?



  
     Por Joaquín Peña Arana 


    ¿No te gustaría ser mejor Joaquín?

     Desde que la vi lo que me quedó en el pensamiento  no tiene que ver con la posibilidad de penetrar ya no en la  mente ni en los pensamientos de otra persona – si se trata de un genio de la actuación ¡qué maravilla! – o  asumir la identidad de alguien. Lo que he pensado es algo que se relaciona con la percepción de la masa. 

     La aventura de Craig y su esposa Lottie inicia como una superposición de planos existencialistas que, como si de una teoría alternativa del caos se tratara, los lleva a descubrir que sí es posible ser otros y no quienes son, y qué mejor que ser John Malkovich.  Aquí, Spike Jonze y Charlie Kaufman realizaron su primera colaboración, la de Jonze una forma de dirigir que no necesariamente se repite en sus obras (Jackass no es precisamente Malkovich II) y Kaufman en cierta forma se ha mantenido fiel a su estilo onírico de escribir y producir. Uno de los detalles admirables es que el propio Malkovich aceptara no solo actuar sino pariodarse a sí mismo (Kaufman lo haría posteriormente y sin piedad en la que conocemos en español como El Ladrón de Orquídeas) o que Cameron Diaz aparezca desprovista de glamour, en ese 1999 y se había convertido en la predilecta del momento por culpa de Locos por Mary.

     Pero el punto que quiero abordar es el siguiente : ¿es el talento o el nombre?, porque desde que vi ¿Quieres Ser John Malkovich? me he cuestionado el planteamiento que se sugiere tras su metamorfosis de actor a titiretero : ¿el éxito fue en realidad producto de un Craig proyectado y multiplicado por equis potencia gracias a la fama de Malkovich o es en realidad la fama de Malkovich la que se impone? Vista desde esa perspectiva la película no parece tan fuera de este mundo : la vida real también es así.     

domingo, 22 de noviembre de 2009

DETRÁS DE LA CÁMARA







     Por Joaquín Peña Arana 


     Algunos también saben hacer buenas películas


     Lo que me llamó la atención, además de la película en sí, fue ver a la hora de los créditos quien dirigió El Amor Tiene Dos Caras : Barbra Streinsand.  “Ah chispiajos”, pensé, y no porque la considere incapaz de colocarse detrás de la cámara, de hecho ya había demostrado su capacidad en Yentl, pero al observar detenidamente el desarrollo de la película me pregunté qué tanta capacidad puede tener un actor o actriz para hacer una película más allá de únicamente interpretarla.

     Recuerdo que, antes, los versados en la teoría y crítica del cine consideraban toda una proeza el que un actor fuera a la vez director e incluso guionista o musicalizador  – “cine de autor total” le llamó Leonardo García Tsao en alguno de sus libros, citando a Chaplin como prototipo – pero de unos años para acá se han multiplicado los ejemplos. A Clint Eastwood no le ha ido tan mal desde que debutó en 1971 con Play Misty for Me, incluso ya le es muy normal dirigirse.  Mel Gibson es otro, sólo ha hecho cuatro pero es evidente que domina con creces la materia. Robert Redford no dirige con mucha frecuencia pero desde Ordinary People para acá sus películas han sido muy bien recibidas. A Kevin Costner no le ha ido bien desde el campanazo que dio con Danza Con Lobos,el truene que tuvo con Mundo Acuático estuvo muy grueso. Robert De Niro dejó correr mucho tiempo entre 1993 con A Bronx Tale hasta el 2006 con El Buen Pastor, pero la segunda entrega fue fabulosa.  Y así me la puedo llevar : Emilio Estevez con Bobby, Warren Beatty, Ben Stiller. Para cuándo acabar.


    Alguien dirá que tienen toda la fuerza de Hollywood a su alrededor y por eso no les resulte tan complicado hacer una película si están rodeados de gente que ya sabe lo que tiene que hacer. Pue que sí, pero bueno, ahí tienen a Andy García con Cachao, como que la dirección no se le da. Qué se le va a hacer. 

sábado, 14 de noviembre de 2009

CHE : EL ARGENTINO




      Por Joaquín Peña Arana

     Rompecabezas de un ícono


     El primer avance que vi de esta película fue un fragmento en televisión. Me quedé de una sola pieza. Se me hizo tan estremecedor ver esas imágenes de la guerrilla en la sierra cubana en tono verdoso, como de película gastada, y la voz en off del Che narrando su visión de las cosas, su causa, el por qué de su lucha.

     Benicio nació para este papel, definitivamente. Sí, suena a lugar común pero en verdad es impresionante. Y aunque a Bruno Bichir lo hemos visto hasta en la sopa le queda muy bien ser Fidel, ¿alguna queja?

     Una de las virtudes de la película del filme de Steven Soderbergh es explorar la vida de Ernesto Guevara más allá de la simplona biografía cronológica sin tampoco caer en el caos de ofrecer indiscriminadamente saltos temporales aquí y allá. Los flashback, los tonos descoloridos, el uso del blanco y negro con exceso de grano, son recursos válidos que le otorgan textura, momento, sabor podría decirse.

     Si, aquí vemos cómo Ernesto y Fidel planifican desde México, la clandestinidad en la sierra Maestra, su visita a Estados Unidos y sus discursos en la ONU, éstos últimos pasajes pocas veces abordados fuera de contextos grandilocuentes e idealizados. La propia figura del Che parece contradecirse en ocasiones, con sus toques mamones (pocos, pero los hubo), aunque prevalece el otorgarle una visión de pensador, ideólogo, líder justo. Es, también, un hombre que estando casado se enamora de otra mujer. Finalmente, un hombre de carne y hueso.

domingo, 1 de noviembre de 2009

EN BUSCA DE DOS MONJES






     Por Joaquín Peña Arana 


    O de plano tengo que ir a la Cineteca

     ¿Cuántas personas conoce que hayan visto Dos Monjes? La primera referencia que tuve de esa película fue allá en 1994, gracias a Somos. En vez de que la UNAM, el Canal 11, algún estudiante de post-grado o un investigador del cine mexicano realizara el primer recuento de las cien mejores películas de nuestra cinematografía, no, el interés recayó en  una publicación de espectáculos lo cual, por supuesto, nada tiene de malo y por el contrario, se agradece.

Pero estábamos con Dos Monjes. En la lista de Somos aparece en el número 94 (el número 1 lo ocupa ¡Vámonos con Pancho Villa!) y cuenta con una ficha técnica donde me entero que la dirigió Juan Bustillo Oro, fue filmada en 1934 y la califican como “una obra cinematográfica expresionista mexicana, la primera y quizá la única”.  Años después, de pura chiripa, vi unos cuantos minutos de una copia muy dañada en un canal de cable que celebraba el octagésimo aniversario de nuestro cine. Desde entonces, mi búsqueda por verla completa ha sido infructuosa.

No dudo que nosotros tengamos por ahí una o varias películas de manufactura nacional que sean el equivalente a la tan sagrada y mítica London After Midnight, y no es que Dos Monjes se me haya convertido en obsesión, pero de pronto me brotó el gusanito. Este tipo de llamado de auxilio lo he tenido que hacer de vez en cuando ante la tortuosa imposibilidad de encontrar en corto lo que busco.  Si saben de Dos Monjes, ahí les encargo.