Por Joaquín Peña Arana
Recuerdo que la vi como una o dos o tres veces. Eran otros tiempos. Ver varias veces una misma película no era como ahora que se pueden rentar o comprar. Había que ir al cine, pagar el boleto y aplastarse en la butaca. ¿Yo hice eso por una película tan pero tan mala?
Pues sí. Lo confieso. Oigan, yo tenía como 10 u 11 años. KISS estaba en los cuernos de la luna, en casa mi hermano tenía discos y pósters, yo iniciaba mi adiestramiento en el mundo del rock. Cómo no se me iba a pegar.
¿Les ha pasado alguna vez que, al tener una relación, desde el principio sienten que la cosa no va bien pero como quiera aguantan, esperando que mejore? Algo así recuerdo de ¿cómo se llamaba? Sí, su título original es Kiss Meet the Phantom of the Park pero no puedo acordarme cómo le pusieron en México, si Kiss contra los Fantasmas del Parque o Kiss contra el Terror del Parque. Bueno, el caso es que conforme avanzó la película tuve una extraña sensación, como que desde entonces ya me latía esto de analizar los filmes. Con el tiempo, pasada la KISSeuforia, luego de aprender más sobre cine, acepté por fin lo que supe desde un principio: es súper súper súper chafa. Y eso que ya se volvió de culto.
En ese entonces KISS atravesaba por una fama y popularidad que ya la quisiera Ricky Martin. Como parte de lo anterior, se lanzó un cómic donde los integrantes del grupo aparecían como súper héroes, con poderes y toda la cosa. Llevar la idea a la pantalla no sonaba descabellado. ¿Qué fue lo que pasó? Quién puede explicarlo. Parece que es fecha que Gene, Paul, Ace y Peter les da vergüenza.
Tengo mucho que no veo la veintiúnica película de KISS. A ver si me la aviento por internet o un día de estos que la pasen por la tele. Por nostalgia, más que por otra cosa. Ah, y no lo descarto, quizás llegue a exclamar lo mismo que digo cuando me acuerdo de alguna con la que estuve: “¿a poco de verdad me gustaba tanto? ¿Pues en qué estaba pensando?”.
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