sábado, 6 de agosto de 2022

GRACIAS, LUPITA




Por Joaquín Peña Arana



Lo confieso: cuando me metí en esto de ser cinéfilo me fui por el lado de dármelas de intelectual. 

Mi onda era que el cine de autor, que el cine de arte, que el festival de cine francés, que la película que recomendaban las firmas autorizadas en crítica de cine, etc. etc. etc. Y tambien veía alguna película de las llamadas "comerciales" pero solo para saber de ellas y poder opinar. 

Así me la hubiera pasado de no haber sido por Lupita. 

Lupita no siempre fue Lupita. En la universidad era la amiga de mis amigas. Y estaba en otro grupo. Las circunstancias de la vida nos hicieron salir de nuestra ciudad de origen y mudarnos a otra parte. Y en esa otra parte nos volvimos a encontrar. A veces, de vez en cuando, nos veíamos para salir. Y algunas de esas salidas fueron al cine. 

Yo bien me la pude haber pasado convenciéndola que entráramos solo a ver pura película seleccionada, de las recomendadas por la crítica, pero no. Habitualmente íbamos a lo que había en cartelera y que no nos pareciera mal. Entrábamos al cine para pasar el rato. 

Y si vieran lo agradecido que estoy por eso. 

Porque, gracias a Lupita, vi en el cine películas comerciales que siguen siendo comerciales pero que, ahora, les está llegando el estatus de clásico o del tipo de película que se volvieron recurrentes en la tele o en los servicios de alquiler en línea. Con Lupita vi Amor Ciego (la de Jack Black y Gwyneth Paltrow); El Día Después de Mañana; Sexo, Pudor y Lágrimas; Yo Soy Sam; Este Cuerpo no es Mío (la de Rob Schneider, y creo que también vimos Animal y Gigoló por Accidente); Cloverfield, El Regalo Prometido (la de Arnold Schwarzenegger y creo que también nos aventamos Mentiras Verdaderas y Daños Colaterales), y otras tantas que se me escapan a la memoria. ¡Hey, vimos Matrix! ¡Vi Matrix con Lupita! ¡Y Kill Bill Volumen 1! Y también vimos la película de Los Simpson porque me acuerdo que, cuando Homero dijo eso de "todos en esta sala de cine son unos crédulos, en especial tú", ella murmuró "que tinga nos acomodó".  Y recuerdo que fuimos a ver con su hermano Godzilla 2000, tan mala pero tan mala que es la única película en que me he puesto a platicar. 

Ah, también vimos cine francés. Recuerdo la de Peligro: Hombres Trabajando, una comedia divertidísima. No puedo dejar de recordarla cuando escucho ¡el gato voladoooor! o "quisiera ser un pez, para tocar mi nariz en tu pecera". Y un día fui con ella a disgusto porque le regalaron unas cortesías de una película mexicana llamada ¡Bienvenido Paisano!, con Rafael Inclán y María Sorté. ¡Si vieran lo bien que la pasamos! La película es divertidísima y entre chiste y chiste abordaba el tema migrante con pinceladas interesantes. 

El tiempo nos fue llevando por caminos diferentes, pero seguimos en contacto y pendientes de vez en cuando de cómo estamos y qué hacemos. Tiene muchos años que no vamos al cine. Quizás un día de estos. A lo mejor ya no salgamos y, como lo marcan los tiempos actuales, lo hagamos en casa, a la carta. Pero no es lo mismo. Nunca será igual que cuando nos citábamos para vernos, comprábamos nuestros boletos, nuestras palomitas y refrescos, y esperábamos a que las luces de la sala se apagaran. 

Toda esta perorata ha sido solo para decir una cosa: gracias, Lupita. 

Gracias por haberme sacado de mi nicho intelectualoide y permitirme disfrutar del cine por ser cine. 

No sé si ella lea alguna vez estas letras. No planeo compartir en redes sociales este post. Quizás se lo encuentre por ahí alguna vez. Quizás alguien le diga "hey, ¿ya viste lo que Joaquín escribió de ti?". 


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