Por Joaquín Peña Arana
Ser el primer filme de ruptura sobre la Revolución Mexicana es la gran virtud de Paul Leduc y su ópera prima. No pretendo decir que esté sobrevalorada (aunque tampoco se descarta) pero es indudable la gran distancia entre Reed: México Insurgente y las películas de la misma temática que le precedieron, atestadas de orquestaciones dramáticas, argumentos elocuentes e idealización.
El lento ritmo de la película - al punto del aburrimiento o la monotonía - tuvieron la intepretación de autenticidad. Cine desprovisto de adornos, un cuasineorrealismo mexicano.
¿Las fallas? Si las queremos ver: desde un Claudio Obregón que en nada se parece a John Reed; un John Reed que se presenta ¡hablando totalmente en español sin nada de acento (tómala)!; revolucionarios expresándose a veces con una pulcritud que no veo con qué cara critican a las (llamadas) telenovelas históricas. Pero bueno, Leduc se concentró más en darle a su filme la sensación de reproducir con fidelidad (hasta donde se pudo) las páginas del libro de Reed.
¿Qué los próceres revolucionarios son mostrados demasiado humanos?, si mal no recuerdo así los vio John Reed. Leduc sólo se apegó al libro,¿no?
Vale echarle un vistazo a Reed: México Insurgente. Es una película importante. Con el tiempo los defectos de cualquier filme brotan, es una circunstancia ineludible. Apreciemos mejor la propuesta de Leduc.