Por Joaquín Peña Arana
Mi bronca con Roma de Alfonso
Cuarón es semejante a lo que me pasó con El Renacido y La Forma del Agua.
Pese a mis esfuerzos, me he
encontrado con tanta información que ya creo saber de qué trata y eso me quita
la magia de ir viviendo la obra cinematográfica en el primer encuentro. Con El
Renacido ya estaba preparando con lo de "ahora viene la escena del
oso". Con La Forma del Agua, igual, "no tarda en encontrarse con el
monstruo".
Mi bronca con los Three Amigos es que los he seguido desde sus primeras películas. Ahora, en el
momento en que están consagrados como parte del Olimpo cinematográfico mundial,
como que algo se me está perdiendo en el camino.
En otra época estaría iracundo por no poder ver Roma en el cine.
Pero Cuarón eligió a Netflix. Y no fue posible evitar el encontronazo con las
dos máximas cadenas cinematográficas mexicanas y sus criterios de exhibición. Y
no vivo en Polonia ni soy un quinceañero para irla a ver gratis ni tampoco
tengo cerca un cine independiente de esos que, sospecho, Cuarón prontó olvidará
en cuanto dejen de exhibir su película.
Será que, a mis ojos, se les
estará acabando la magia a mis (todavía) admirados directores mexicanos que la
hicieron en el extranjero.
Será que los tres se me volvieron
de carne y hueso.
Será que me volvió la disipela y
además de la salud tengo otras cosas en qué ocuparme.
Y sí me interesa ver Roma. Pero
le temo a que Cuarón la haya invadido de preciosismo y nostalgia con alevosía y
ventaja. Sí, es la película que siempre quiso hacer, por la cual se ha
enfrentado a todo y a todos…¿y si ese era el plan? Porque la mandó a competir.
No la dejó a que solita se estrenara en Netflix y siguiera la inercia de su
exhibición y distribución sin empujoncitos y que su grandeza se fuera
pregonando de boca en boca. Es su obra más personal pero ¿está hecha de tal
manera que no le caerían mal uno, dos, tres, cinco quince, veinte premios?
En fin. Quizás exagero. Pero después de los encontronazos que me di
con El Renacido y La Forma del Agua me
volví, cómo decirlo…¿incrédulo?
Y sí quiero verla. Y créanme, me
gustaría arrepentirme de mis palabras. A mí no me duele.
No hay comentarios:
Publicar un comentario