Por Joaquín Peña Arana
Todo un documento
¿De quién fue la idea original de cubrir el concierto? ¿De Ed Sullivan, de Brian Epstein, a lo mejor del promotor Sid Bernstein? ¿O alguno de los Beatles habría exclamado “¿vamos a tocar en un estadio?, ¡grandioso!, deberían tener muchas cámaras para filmarlo”.
El resultado fue un asombroso documental que refleja la Beatlemanía en todo su apogeo. Tiene tintes de honestidad en el sentido de mostrar la histeria, desmayos, pleitos verbales entre fans y policías. Es como si se tratara de una versión corta de Woodstock, con las voces en off de los Beatles haciendo comentarios y fragmentos del programa previo a la actuación el grupo, porque contra lo que suponemos los Beatles no saltaron así nomás al escenario en frío. Se enlista al menos las actuaciones de King Curtis, Cannibal and the Headhunters, Killer Joe Piro and His Discotheque Dancers, Brenda Holloway y el notable número de Sounds Incorporated, ¿qué onda con esos chavos, así actuaban todo el tiempo? Quizás ser grupo abridor de los Beatles obligaba.
La actuación de los ingleses fue, basándonos en los documentos existentes, como la de otros tantos conciertos que ofrecían en la época : media hora de canciones, unos cuantos comentarios, Twist and Shout en versión corta como rola de arranque, etc. etc., pero poco a poco se va notando cómo los Beatles se contagian del ambiente, en especial John. No llevaban ni tres canciones y ya sudaban la gota gorda pero se veían alegres, integrados, conscientes de ser el ojo de un huracán. Un año después, en 1966, volvieron a tocar en el Shea, ojalá se hubiera repetido la misma logística de cámaras pero en el Candlestick Park. Cómo no avisaron.
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