domingo, 20 de marzo de 2011

Y YO QUE BUSCABA UNA PORNO






     Por Joaquín Peña Arana

     En mis años mozos, hubo un circuito de cine pornográfico, o algo parecido. Por ahí debe haber quienes, todavía, recuerdan que las eróticas de hace más de 20 o 30 años las pasaban en funciones de medianoche (bueno, en mi ciudad natal así era).  Pero ya en los ochentas y noventas, programaban películas en horarios “normales”. En una de esas fui a ver una película súper eroticototona.

     ¡Válgame! ¡Qué cosas! ¡Qué historias tan raras! “Lo que inventan para tratar que haya una trama”, se me hace que llegué a pensar: un escritor gringo vive en Francia durante los años treintas. Aunque está madurón, tiene el frenesí sexual de un puberto. Conoce a una pareja gringa y se mete con la esposa la cual, por cierto, también escribe). Ah, y aparte, el escritor tiene su propia esposa que va y viene. Y dentro de todo, el tipo escribe su obra maestra.

   Qué alucines.

  Pues ojalá  todas las porno tuvieran en el reparto a Fred Ward, Maria de Medeiros, Uma Thurman,Richard E. Grant, Kevin Spacey y las dirigiera Philip Kaufman, porque tendrían el calibre de Henry & June.  Ahora que la veo (y la vuelvo a ver y la vuelvo a ver y la vuelvo a ver) lamento tanto no haber tenido conciencia de quiénes fueron Henry Miller y Anais Nin. Independiemente de las escenas en que salen en balón, me captura el acercamiento al proceso creativo de dos grandes figuras de las letras y la complicidad erotico-literaria que tuvieron.

   Ya estaba un poco más metido en el cine como arte cuando fui a ver Jamón, Jamón. Si mal no recuerdo, estaba más o menos recién llegado a la ciudad donde me fui a trabajar cuando leí en alguna parte una referencia de la peli de Bigas Luna y, coincidencias de la vida, la vi anunciada en un cine el cual, hace mucho, había visto sus mejores años. ¿Eran los tiempos de doble función o permanencia voluntaria?, porque recuerdo haber visto a un grupo de hombres silenciosos, todos de pie, como un archipiélago: distantes unos dos o tres metros entre sí, con miradas que constantemente aterrizaban en el suelo. Claro, no eran el tipo de personas con las que uno se pondría a comentar qué tan buenas estuvieron las actuaciones de los, entonces, hiperjovencísimos Penélope Cruz y Javier Bardem.

    Algo similar me ocurrió con El Amante Bilingüe. Y qué cosas, recuerdo que en mis años universitarios joyas como Canoa o Auandar Anapu las tuve que ver como película de relleno. A ver si, por aquello que cumplirá 40 años, reestrenan El ÚltimoTango en París en el 2012. Claro, si el mundo no se acaba antes.




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