Por
Joaquín Peña Arana
Yo,
desde un principio, pensé algo así como “Besson, nunca cambies”. Al menos, esta
vez, nada tengo que reprocharle.
¿Qué
es Lucy? A simple vista una especie de discurso megaloide con tintes
pseudocientíficos en torno a una teoría inverosímil. Veamos: en un solo filme
caben Scarlett Johansson, mafiosos, balazos, ejecuciones, teorías, narcotráfico,
mente avanzada y una pregunta: ¿qué pasaría si, en verdad, utilizáramos nuestro
cerebro al cien por ciento?
Vamos
a conceder lo que nos dice Besson. Vamos a creerle todo y meternos en el filme:
la historia de una mujer común, anglosajona, que se la pasa de reventón en
algún punto de Asia y de golpe está en medio de una organizada mafia de tráfico
internacional de drogas. Tiene mucho de lo que ya le sabemos a Besson, ¿no? Y
qué tal la inesperada metamorfosis del personaje de Scarlett. Entre seguidores y/o críticos de Besson despertó
el irremediable referente de estar ante un refrito de otras películas suyas,
sea Nikita o El Quinto Elemento.
Está
bien, Besson. Me la creo a como lo estás planteando. Creo que la inteligencia
quita lo piadoso y por eso Scarlett mata sin miramientos porque actúa con base
en la circunstancia y la necesidad de resolución en el instante del conflicto.
Le van quedando pocos sentimientos porque el saber, las habilidades, el
crecimiento intelectual se vuelven irrefrenables con cada dosis de cuadritos
azules a ingerir. Para Lucy, ahora, la misión es el conocimiento. El saber. A
cualquier precio.
Contra lo que otros digan, yo vi un filme con cuestionamientos interesantes y
profundos. No durante todos sus 89 minutos, sino ya en la parte final. ¿Es la inteligencia la clave del todo? Porque
el dominio absoluto del cerebro hace que Lucy no tenga límites: alterar la
materia, controlar energías, viajar por el tiempo y conocer a la otra Lucy en
un sublime encuentro con la primigenia humanidad. La cuestión, al final de Lucy
es simple pero determinantemente sobrecogedora: si logramos aprovechar la
totalidad del potencial de nuestro cerebro ¿tendremos como único destino
convertirnos en Dios?
Si otros salieron echando pestes, yo salí en estado reflexivo que duró un par de días y todavía
tiene sus recurrencias. Del resto, pues, qué les puedo decir: Luc Besson dirige con maestría. Si eligió a Scarlett nomás porque está bien buena, pues qué
tiene, ella es más que eso. Min-sik Choi y Amr Waked, impecables en sus
respectivos roles y Morgan Freeman, pues, sigue siendo muy bueno interpretando
a Morgan Freeman.
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