Me
gustaría conversar con Silverio Palacios.
Es
un gran actor. Verlo en Acorazado fue un placer y eso no significa que uno se
quede con la película. Acorazado se
exhibió en un titipuchal de festivales y tiene un premio en el de Morelia y
otro en el de Cataluña. Qué bueno que le fue bien a su director Álvaro Curiel.
Pero no deja de ser tan panfletaria y con los habituales lugares comunes de
películas de su estilo.
Cada
que brota una cinta de las llamadas independientes parece que, por regla, debe
tener en sus entrañas una “crítica”, una
“reflexión”, un “examen” de la realidad del país. Lo que sea que muestren (en
Los Insólitos Peces Gato retratan el ambiente laboral de un corporativo y ya
por eso está “desnudando” al sistema).
En Acorazado es la eterna huelga sindicalista, la clásica escena que se
pitorrea de la religión, el vocho como símbolo del transporte mexicano de
masas. Ah, también la escena de sexo, no puede faltar.
Lo
que me cautivó fue Silverio Palacios. Es admirable como tipos como él se
desbordan en su papel. Quisiera preguntarle acerca de las escenas en altamar,
cómo alguien puede filmar en condiciones que parecen de tan alto riesgo, cómo
puede transmitir el dolor de la nostalgia en la escena del bar cubano, qué tal
le fue filmando en Cuba. Ah, eso fue lo otro que me sedujo, ver la Isla y que
pareciera tan libre rodar en La Habana (ya sé que las apariencias engañan, de
eso se trata de cine). Sería bueno preguntarle a Curiel pero temo algún rollo
intelectualoide como respuesta.
¿Alguna
vez han tenido la sensación que una película debió acabarse antes que su final?
Eso me pasa con Acorazado. Se hubiera terminado ahí, con ese Silverio perdido
en broncas existencialistas que ya no sabe quién es y qué quiere, y desafía de
nueva cuenta lo que parece imposible. “¡Estás huyendo de ti mismo!”, le grita
el compa cubano. Cinco o seis minutos más de cinta y ahí. Corte directo a
negros y que vengan los créditos. Pero no. En fin. A Curiel le gustó su final y
pues, bueno, es su onda y su película. Está bien.
A
mí lo que me gustaría, un día de estos, es conversar con Silverio Palacios. Hay
más de 20 películas, varios cortometrajes, premios Ariel, una Diosa de Plata y
hasta un MTV Movie Awards de qué hablar.
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