domingo, 9 de agosto de 2015

LA MALETA MEXICANA (INACABADA DE VER)





Por Joaquín Peña Arana


Es indudable la suprema importancia del hallazgo. Eso no tiene discusión. Reconozco el enorme y comprometido esfuerzo para realizar un documental de estos alcances. Por eso, el compromiso deberá ser encontrar el tiempo, el espacio y el estado anímico adecuados para verla como debe ser porque ya llevo tres intentos y el aburrimiento me gana.

Quizás son los horarios. A veces los canales culturales me la ponían a eso de las 10 pm o a la medianoche. Pero, ¿por qué si pasan Terminator 2, un partido de futbol o el box de los sábados ahí sí hay ánimo para desvelarse? A lo mejor fue que tuve un día muy largo y cansado, de esos que cuando llegan las horas de la noche lo que uno quiere es echarse a la cama pero, antes, el rito de darle un repasillo a la programación de la tele y ¡tarán!!, ¡va a pasar La Maleta Mexicana!  “Sí, la hago. Me aguanto un poco”. Pero uno acepta la realidad de un sueño que gana terreno entre cabeceo y cabeceo más o menos a los 10 minutos de documental, cuando entra el tema del Centro Internacional de Fotografía, el que fundó Cornell Capa. ¿Cornell Capa? Sí, el hermano de Robert. También fue fotógrafo y trabajó para Life y Magnum Photos. ¿Y también se apellidaba Capa, de verdad? Porque Robert Capa no se llamaba Robert Capa. Era el pseudónimo que Gerda Taro y él usaban para vender mejor sus fotos. Y eso de que la fotoMuerte de un Miliciano sea falsa todavía está a debate. Pero ya me desvié.

Aquí, la maravilla es el descubrimiento. En 1939, ante el acoso alemán, Robert Capa se desprende de más de 4 mil negativos con obra suya, de Gerda Taro y David Seymour. Pasan las décadas y, sorpresivamente, el material es encontrado en el 2005. Para el 2007 el archivo fue a dar al Centro Internacional de Fotografía. En el  2011 se estrenó el documental de Trisha Ziff que nos ocupa en esta ocasión. 

El tema es fascinante, del tipo de aventuras que a Robert le gustaba vivir (y le costaron la existencia). Por eso, insisto: hay que ver La Maleta Mexicana con tiempo de sobra, descansado, la cabeza fría y los sentidos atentos. Apenas así para salir de dudas

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