domingo, 1 de noviembre de 2015

WOODY ALLEN: EL HOMBRE DEL BLUES (WILD MAN BLUES)




Por Joaquín Peña Arana

Vaya hazaña la de Barbara Kopple. No tiene la fama de su paisano Michael Moore pero ha producido interesantes documentales, como American Dream (acerca de una huelga contra la empresa de alimentos Hormel) o Shut Up and Sing (la vez que las Dixie Chicks criticaron a Bush Jr. en tiempos que hacerlo era antipatriótico).

En 1996 Kopple siguió a Woody Allen durante la gira que realizó por Europa con su New Orleans Band Jazz. La pasión que Allen siente por el jazz no es un secreto. ¿Quiere escucharlo? Sólo necesita reservar con tiempo en el hotel Rosewood de Manhattan. Allen afirma que lo de tocar el clarinete es sólo un pasatiempo, pero es lo suficientemente bueno como para irse de gira y no defraudar.  

Al principio todo bien pero, poco a poco, la gira le asfixia. Parece a punto de estallar con el asedio de la prensa, el público, los paparazzis, los políticos que sólo van a sus conciertos por compromiso, pero al final maneja la situación, saluda, se toma la foto y pone pies en polvorosa a la primera oportunidad.
No parece apegado a los reconocimientos, le brota la admiración por Fellini y cuando habla de cine es un hombre de cine. No hay bromas ni sarcasmo. Nueva York, el cine, la música y Soon Yin-Previn. Parece que eso es el mundo para Allen.  Ah, también deja entrever que Annie Hall es su película más querida y que en la vida real es tan neurótico como sus personajes. 

El Hombre del Blues es también Soon-Yin Previn. La cámara tiene un acceso inaudito a los momentos privados de la pareja en hoteles, góndolas, ¡mientras nadan en la piscina del cuarto de hotel! Ya pasaron cuatro años desde la ruptura con Mia Farrow. Como que lo peor quedó atrás y pueden salir al mundo sin esquivar índices de fuego. ¿Y por qué sale Letty Aronson? Además de ser la hermana de Woody Allen, es productora de una gran parte de sus películas, desde Balas sobre Broadway a la fecha.  

Después de tanta vorágine, llegar a casa es el contrapeso del documental. Cuándo habíamos visto hablar tanto a los papás de Woody Allen. Es más, cuándo los habíamos visto. Parecen tan ajenos al éxito y fama de su hijo, tan judíos y tan encantadoramente viejitos. Nada como el hogar, Woody. Nada como el hogar.


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