Por Joaquín Peña Arana
Vaya hazaña la de Barbara Kopple. No tiene la fama de su paisano Michael Moore pero ha producido
interesantes documentales, como American Dream (acerca de una huelga contra la
empresa de alimentos Hormel) o Shut Up and Sing (la vez que las Dixie Chicks
criticaron a Bush Jr. en tiempos que hacerlo era antipatriótico).
En 1996 Kopple siguió a
Woody Allen durante la gira que realizó por Europa con su New Orleans Band Jazz.
La pasión que Allen siente por el jazz no es un secreto. ¿Quiere escucharlo?
Sólo necesita reservar con tiempo en el hotel Rosewood de Manhattan. Allen afirma
que lo de tocar el clarinete es sólo un pasatiempo, pero es lo suficientemente
bueno como para irse de gira y no defraudar.
Al principio todo bien
pero, poco a poco, la gira le asfixia. Parece a punto de estallar con el asedio
de la prensa, el público, los paparazzis, los políticos que sólo van a sus conciertos
por compromiso, pero al final maneja la situación, saluda, se toma la foto y
pone pies en polvorosa a la primera oportunidad.
No parece apegado a los reconocimientos,
le brota la admiración por Fellini y cuando habla de cine es un hombre de cine.
No hay bromas ni sarcasmo. Nueva York, el cine, la música y Soon Yin-Previn.
Parece que eso es el mundo para Allen. Ah,
también deja entrever que Annie Hall es su película más querida y que en la vida real es tan neurótico como sus personajes.
El Hombre del Blues es también
Soon-Yin Previn. La cámara tiene un acceso inaudito a los momentos privados de
la pareja en hoteles, góndolas, ¡mientras nadan en la piscina del cuarto de
hotel! Ya pasaron cuatro años desde la ruptura con Mia Farrow. Como que lo peor
quedó atrás y pueden salir al mundo sin esquivar índices de fuego. ¿Y por qué
sale Letty Aronson? Además de ser la hermana de Woody Allen, es productora de
una gran parte de sus películas, desde Balas sobre Broadway a la fecha.
Después de tanta
vorágine, llegar a casa es el contrapeso del documental. Cuándo habíamos visto
hablar tanto a los papás de Woody Allen. Es más, cuándo los habíamos visto.
Parecen tan ajenos al éxito y fama de su hijo, tan judíos y tan encantadoramente
viejitos. Nada como el hogar, Woody. Nada como el hogar.
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