domingo, 13 de marzo de 2016

SEX AND THE CITY 2





Tan felices que éramos antes.

Pero no, se les tuvo que ocurrir lo de una innecesaria segunda parte. Empecé a tener mis dudas desde la boda gay. Demasiado tiempo, inconexa y ni Liza Minelli bailando una de Beyoncé la salva. ¿Y qué onda con Mr. Big? ¿Entonces la máxima aspiración en la vida, los mejores fines de semana en un ciudad como Nueva York son para pasársela viendo la tele?  Veía las escenas y pensaba “vacío, demasiado vacío”. Mr. Big tuvo ese tipo de puntadas en la serie (¿se acuerdan cuando Carrie le preparó una velada romántica y él llegó muy masculino a encender la tele y aplastarse en la silla?) pero aquí Mr. Big parecía otro. Irreconocible. Superficial.

 ¿Tenía sentido eso de inventar que se van al Medio Oriente y un jeque podrido en billetes les costeara todos sus caprichos? Porque tal parece que de eso trata el filme. Como si fuera un catálogo de ¡Hola! o alguna otra revista que reseña millonetas, nos la pasamos viendo lujo, moda, lujo, moda, lujo, moda. ¿Y por qué carajos tenían que meter a Aidan? ¿Por qué echar a perder el recuerdo de uno de los personajes más entrañables de la serie? No es de ley. No es de ley.

Y qué piensan de reducir al tamaño de un grano de arena el noble gesto del humilde anciano que entrega lo que no es suyo. Pero no. El asunto es borrado inmediatamente porque es más importante mostrar a lo que en realidad las mujeres del Medio Oriente aspiran debajo de sus burkas: ¿liberación, equidad, respeto, superación? No. Lo máximo es traer marcas. Marcas. Marcas.   

Lo de Samantha liándose entre árabes y enseñándoles el dedo cordial era innecesario. Ya sabemos que es la ruda del grupo. Ya sabemos que están en el Medio Oriente, donde se escandalizan por una mujer de escote y falda corta. Hizo mil y un cosas en la serie y otras tantas en la primera película pero eso quedaba muy bien en el contexto de ser Samantha y estar en Nueva York. 

En el instante que escribo estas líneas enciendo la tele para tenerla de fondo. Y ahí está. Sex and the City: La Película. Sí, hecha sólo para fans, pero la disfrutamos. Y la volvemos a disfrutar. Pero esto no. Es para pedir tres Cosmopolitan y convencerse que eso jamás ocurrió. 

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