domingo, 6 de marzo de 2016

ZOOLANDER 2






Por Joaquín Peña Arana


Maldito tiempo. No sólo no pasa en balde sino que va creando una brecha generacional cada vez más grande y profunda.

En su tiempo, defendí Zoolander pese a las duras críticas por ser una bufonada. De hecho, lo es. Así suele ser el cine de Ben Stiller: en ocasiones con resultados hilarantes y otras  más cercanos al somnífero o la condescendencia, como en la cinta que ahora nos ocupa. Y si bien la apertura de Zoolander 2 es prometedora (en varios sentidos: habrá quienes quisieran ver a Justin Bieber arrinconado y perdido) de ahí en adelante sólo hay una senda hacia un parsimonioso desdibujamiento. Ni Penélope Cruz ni la multiplicidad de cameos alcanzan para salvar el asunto.  Uno de los hechos que Derek Zoolander confronta es el trepidante cambio que el mundo ha tenido en 10 años. Y eso no sólo se ve en la pantalla. Si bien la chaviza que estaba en la sala se reía de lo que había qué reírse (cuando motivo había, que en mi caso no fueron muchos), noté que no tenían una canija idea de la existencia de un grupo llamado Police, mucho menos de un artista llamado Sting. Supongo que tampoco saben quién es MC Hammer o John Malkovich.

Ojalá pudiera decir que, en el fondo de Zoolander 2, subsiste una moraleja oculta, un mensaje entre líneas. Algo sustancial. Del resto, pues resultan simpáticos los cameos. El mejor efecto se logra si uno no se entera quiénes aparecerán (lo que representa un gran reto en esta era de sobresaturación informativa). Me llamó la atención el chamaquito Cyrus Arnold, ¿Zoolander 2 será su punta de lanza para una prometedora carrera? Puedo resaltar que el cerrojazo le dio un levantón a la película con un Will Ferrell convertido en súper súper villano pero fue sólo una ligera brisa fresca en medio de la sequía.

De lo único que sí me quiero quejar pero con todas mis fuerzas es ¿por qué carajos esa idolatría a Neil deGrasse Tyson? Lo querrán mucho en Estados Unidos y quienes lo ven como el actual gurú de la divulgación científica pero a mí me cae como patada de mula. ¿En serio merecía ser la última imagen de Zoolander 2? Será el sereno pero yo todavía me siento en deuda con Carl Sagan.


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