Por Joaquín Peña Arana
La sensación es
deprimente, sí, por la historia pero, en lo profundo de la reflexión, por ese
sentimiento de no haber visto una película, sino un espejo.
Qué bueno que a ustedes no
les pasa esa sensación. Seguro cuando vean Anomalisa les parecerá una historia aburrida
y ajena a sus vidas. Pero si abren un poco los sentidos irán dando el paso a
paso a este atisbo a la monotonía y el hastío en el día a día, la hora a hora,
de millones de personas que se sienten atrapadas en un laberinto donde todas
las paredes se parecen, como le ocurre a Michael Stone con la gente. Aunque
viaje, aunque tenga éxito con su libro de cómo triunfar en el trabajo, aunque
se hospede en un hotelazo de cinco estrellas, aunque esté casado y con hijo,
nada basta.
Hay un vacío, enorme,
imposible de llenar. Por eso esas vueltas al pasado, a intentar recuperar los
mendrugos de una dolorosa ruptura (provocada por él) y en donde, torpemente,
vuelve a regarla (¿les ha pasado alguna vez?). Un tipo que ve a todo el mundo con el mismo
rostro (¿les has pasado alguna vez?), escucha a todo el mundo con las mismas
voces (¿les ha pasado alguna vez?). Quizás lo de los rostros toma tiempo darse
cuenta pero ¿las voces? Desconcierta en un principio pero tiene su razón de
ser. Por eso el paso a paso para ir recorriendo la historia. Quédese hasta el
último.
Charlie Kaufman. El gran
Charlie Kaufman. ¿Qué le pongo? ¿Imaginación desbordante, genio, analista de la
vida común, fabulista de nuestro tiempo (yo todavía sido agradecido por lo de
Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos)? Le interesa mucho el tema de las
relaciones humanas, sus conflictos, contradicciones, desdichas, patetismo. Lo de hacerlo con stop motion, sí, fue muy
original, pero el resultado es tan o más bueno que con actores de carne y hueso
(¿nos podremos quitar de la cabeza las escenas en la habitación de Stone?). Una
buena historia, aunque deprimente, puede contarse así.
¿Entonces, somos un
poquito o un todo como Michael Stone? ¿Qué tanta desesperación tendremos en la
vida por tropezarnos con nuestra Anomalisa, amarla, idealizarla? Y qué tan frágiles e ingenuos podemos ser en
nuestras decisiones en la vida como para desencantarnos en cosa de un par de masticaciones matutinas. Yo ya sé de eso.
Ah, y
Joaquín, no olvides mencionar a Duke Johnson. Él también la dirigió.
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