Por Joaquín Peña Arana
Fue una casualidad. Una maravillosa chiripada.
Fue uno de esos días que no había
pendientes fuera de casa. Se enciende la tele solo para ver qué hay y,
¡sorpresa!, resulta que un canal de suscripción, TNT, estaba transmitiendo, en
directo, los premios BAFTA. Entendí que era la primera vez que lo hacía. La
traducción simultánea ayudó a convencerme.
En un principio no me llamó la atención,
no mucho. Ahí le dejé, para que rellenara un poco el ambiente de casa, como
quien pone la tele en cualquier cosa o la radio (aquí todavía usamos radio de
vez en cuando). Premios BAFTA. Sí, sabía de ellos. El Óscar inglés. Veía muchos
rostros que no conocía. Qué más da. Veremos qué tal está.
Me encantó.
Vi los premios BAFTA ya empezados. Me perdí
la entrada de David Tennant. ¿Quién? Lo confieso, no sabía de él. O no lo
recuerdo. Como tampoco reconocí otras tantas personas que fueron desfilando a
lo largo de la ceremonia. Y, de repente, paso a paso, la magia. Esa ceremonia
que me imaginé totalmente localista, resultó tener una mirada global. Llegó el
In Memoriam y al piano Jeff Goldblum. ¿Jeff Goldblum? ¡Jeff Goldbum! Y tocó con
tanto sentimiento As Time Goes By. No le conocía esa cualidad (resulta que es
todo un hombre de jazz, pero eso lo averigüé después). Y en la pantalla: James
Earl Jones, Maggie Smith, David Lynch, ¡Kris Kristofferson, se acordaron de
Kris Kristofferson!, como si fuera parte de la familia. ¿Y Louis Gossett Jr. ya
murió?, no lo recordaba.
De pronto, damas y caballeros, Mark
Hamill. ¿Y qué hace Mark Hamill en los BAFTA? Entonces la cámara mostró a un
hombre de estatura pequeña. ¡Hey, a ese yo lo conozco! ¿Cómo se llama? Lo que
son las cosas: uno ve a gente actuando por décadas pero no ponemos atención en
sus nombres. Pero este espero no se me olvide: Warwicks Davis. Era uno de los
ewoks, ¡a los 11 años! Y de ahí en adelante una larga y prolífica trayectoria
en el cine pero también en la inclusión.
La ceremonia terminó por captar mi atención.
No dejábamos de hacer las cosas domésticas pero un ojo en la cocina y otro en
la pantalla. Y en mi caso, me importa un cacahuate la polémica sobre Emilia
Pérez. No la he visto, luego entonces, no puedo formular opinión al respecto.
Que ganó el premio a la Mejor Película en Lengua No Inglesa, por lo pronto, por
mí está bien. Cuando la vea emitiré mi opinión.
He tenido, desde hace años, el dilema de
no estar al día con las películas de moda o en boga, pero este año algo había
oído hablar de ellas. Y ahí estaban, desfilando en la ceremonia: Cónclave, Duna
2, Flow, Emilia Pérez, el documental sobre Christopher Reeve, Robot Salvaje, La
Sustancia, El Brutalista. Y los nombres: Ralph Fiennes, Demi Moore, Jesse Eisenberg,
Simon Pegg, Selena Gómez, Zoe Saldaña, Adrien Brody. Y trataré de tener más en
mente el nombre de David Jonsson, ganador del premio a estrella emergente.
Pero, en particular, me gustó el tono de
la ceremonia. Sobria pero divertida. Amena. Una celebración. Al menos, el
conductor de este año, lo hizo muy bien.
Este año no planeo ver la ceremonia del
Óscar. Hace años dejó de ser mi reventón anual. Quizás la tenga de fondo o solo
la esté monitoreando. Quizás ese día me ponga en modo Woody Allen (me la pase
escuchando dixieland con la tele apagada), ya lo he hecho antes. Pero, al menos
esta vez, he disfrutado los premios BAFTA.
¿Será el inicio de un nuevo romance? Veremos.
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