domingo, 19 de julio de 2009

EL VIAJE A LA LUNA


Por Joaquín Peña Arana

Méliès ya nos había llevado a ella

En Estados Unidos no aguantan que Francia sea considerada la cuna del cine, bueno, tengo esa leve impresión. Sí, es verdad que Edison tuvo el mérito de los primeros intentos pero por más que aleguen el cine tal y como lo conocemos y disfrutamos inició aquel 28 de diciembre de 1895 con la primera función que ofrecieron los Lumière.

El nuevo invento fascinó a muchos, incluyendo al director de teatro Georges Méliès. Ya no soltó a cine nunca más. Lo apostó todo, estuvo a punto de ser olvidado y morir en la pobreza, pero a cambio creó obras que siguen perduraron por su espectacularidad, emoción e ingenio en una época en que todo se realizaba frente a la cámara. Hizo muchas películas pero una en particular forma parte de eso que le llaman el imaginario colectivo.

La influencia cultural de El Viaje a la Luna (Le Voyage dans la Lune) subsiste hasta nuestros días, ¿se acuerdan del video de Smashing Pumpkins?, y si bien está basada en la obra homónima de Julio Verne no hay futurismos como los que se pueden localizar en 2001 excepto, quizás, en el hecho que para retornar a la Tierra la nave acuatiza en el océano, lo que se hizo realidad más de 60 años después.

El Viaje a la Luna no excede los 13 minutos de duración, puede parecer cándida pero para ser de 1902 resulta extremadamente notable, imaginativa y espectacular. Es también una evidencia más del embrujo que nuestro satélite ha ejercido en la humanidad desde siempre.

19 DE JULIO DEL 2009

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