sábado, 19 de diciembre de 2009

A CHRISTMAS STORY



     Por Joaquín Peña Arana 


    Cómo olvidarla


Desde que yo recuerdo, en casa siempre hubo una televisión.. Hubo también una época en que ciertas películas las retransmitían de acuerdo a la temporada : en Semana Santa Ben Hur, Los Diez Mandamientos o alguna versión mexicana de cine bíblico; el Día del Maestro, pasaban Simitrio; en mayo era Pedro Infante y Mexicanos al Grito de Guerra. En Navidad,  la tele de ese entonces se aventaba una maratónica jornada de películas propias de la época. Una de ellas era la que ahora conozco como A Christmas Story.

¿Qué hacía tan especial una historia sobre un niño a quien Santa lo trauma de una patada, se la pasaba soñando con poseer un rifle y para quien su microcosmos giraba en torno al bravucón de la escuela, la radio, su hermano menor y sus papás? Quizás su estilo, trama, su fondo pues, esa evocación a la nostalgia. La historia de Ralph, narrada en voz de adulto, puede remitirnos en algún momento a esa época personal en que había inocencia y también a la pérdida de ella. No sé. Será porque la siento como cosa de familia. Será que Peter Bellingsley hizo un gran trabajo al convertirse eternamente en ese niño de lentes con sueños decembrinos.

El director Bob Clark era grandioso. Lo mismo pudo crear un clásico de comedia juvenil erótica como Porky´s que una película considerada en Estados Unidos todo un clásico. En cuanto a mí, no es muy complicado mi dictamen final :   es la película navideña de mi niñez.  

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