Por Joaquín Peña Arana
Pues parece que agarró vuelo
Porque el rumbo que ha tomado a partir de Bastardos Sin Gloria antoja meterse en el ropaje de vidente y pretender adelantarse a las cosas para profetizar sus primeros pasos hacia un cine más maduro, íntegro, un desprendimiento del Tarantino tradicional hacia otro con una visión más hecha de su estilo, estructura narrativa y construcción de sus personajes.
Y no quiero decir que Tarantino va a dedicarse a corto plazo a dirigir historias opuestas a las que nos tiene acostumbrados. Claro que continuará la violencia gratuita, la sangre, los balazos, los diálogos larguísimos y elaborados pero en Bastardos sin Gloria se nos fue por el túnel del tiempo, dirigió en escenarios distintos a sus ambientes urbanos de cajón, jugó en dos y tres idiomas y hasta se dio el lujo de reescribir la historia.
¿Es ésta su mejor película?, difícil para mí precisarlo. Habrá quien lo desmerezca no por sí mismo sino porque Tarantino le cae mal (ustedes saben mejor que yo que así de profundo es el juicio de algunos que se dedican a esto de comentar películas) pero el buen sabor de boca que me dejó Bastardos sin Gloria recae en haber atestiguado una cinta que se aleja del resto de sus obras y a la vez continúa conservando su sello personal. Tal vez sea el inicio de algo bueno.
PD : No puedo dejar de comentar el buen puntacho de haber expropiado el nombre de una de nuestras glorias para convertirlo en personaje. ¡Salud, Hugo Stiglitz, donde sea que te encuentres!
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