Por Joaquín Peña Arana
Fenómeno del cine quinqui
En general, Navajeros es una película regular, no tan mala como pretenden algunos, sí llena de situaciones fuera de lugar que no parecen explicarse, a lo mejor eso es parte de su atractivo. El Jaro fue real, su nombre era José Joaquín Sánchez Frutos, un notable delincuente juvenil quien ya era famoso en España cuando murió en 1979, a los 16 años. Fue el cineasta Eloy de la Iglesia quien tuvo la idea de filmar una película basada en su vida, para lo cual buscó a personajes de barrio a fin de otorgarle autenticidad a la cinta, así fue como localizó al protagonista, José Luis Manzano, quien tendría en su carrera como actor un vertiginoso ascenso y una caída infernal. Navajeros fue su gran salto.
En 1980 debió ser de escándalo el desnudo integral, el lenguaje procaz, la trama, las drogas, hay de todo, incluso las peculiares apariciones de tres representantes de nuestro cine. ¿Cómo fue que Isela Vega, Jaime Garza y Verónica Castro se involucraron en esa cinta? Para el personaje de Vero bien pudieron haber encontrado a cualquier chava española, Jaime Garza no sobresale, la única que se voló la barda fue Isela Vega en su doble papel de amante/madre postiza del Jaro.
Hay elementos que recuerdan mucho a Naranja Mecánica pero debe reconocérsele que, por ejemplo, se adelantó a Kids en ciertos aspectos. La escena donde decenas de chavos buscan vengar a su jefe es de antología, remite a Los Guerreros. Navajeros es representativa de un género español denominado quinqui, aquí en México la cinta fue conocida como Dulces Navajas y no, al menos en la versión que vi, Verónica Castro no aparece en canicas.