Por Joaquín Peña Arana
Pregunto lo anterior porque tal parece que esa es la consigna entre los pocos, poquísimos, que se están ocupando de la presencia mexicana en Cannes. Ya sé que el común de la gente idolatra las películas gringas pero en cine, ni dudarlo: decir que se partcipó en Cannes todavía continúa siendo sinónimo de rompemadres. Luego entonces ¿por qué, aquí en nuestro país, ya he escuchado voces que censuran al grupo que nos está representando y parecen gozar con echarles la sal?
“Qué carajos hace ahí el tarado de Gael, cómo que es jurado, por mí que lo truenen”, “ese trinche de Diego Luna no sabe dirigir ni su vida, además habla puras idioteces, por mí que lo hagan miscua”, “¿películas mexicanas en Cannes, cuáles, a poco hay?, porque yo no veo cine mexicano, es pura basura”. Está bien, yo tampoco no me la creo cuando Diego y Gael andan por ahí opinando sobre la realidad mexicana.
En cambio, si Gael lo hace bien como presidente del jurado de la Cámara de Oro, Diego recibe elogios por su Abel, Alejandro González Iñárritu retoma un nuevo aire con su Biutiful, además de Jorge Michel Grau, Michael Rowe, los cortometrajes de Revolución y Señora Pájaro, ¿qué daño nos hace? Al contrario, beneficia y permite la continuidad de la cuasi perenne reconstrucción de nuestro cine. Ah, aparte, se está promocionando Jalisco como una especie de Cinecittà mexicana para que grandes producciones vengan a filmar (mientras no acaben de darle en la torre al lago de Chapala o hagan un ecocidio como en El Salto de Juanacatlán). Entonces, si todo sale bien ¿qué podemos perder?
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