domingo, 25 de julio de 2010

EL RETORNO DE GUILLERMO ARRIAGA





     Por Joaquín Peña Arana

     Posiblemente en algún momento les ha tocado conocer a alguien que gusta de llamar la atención y quiere sorprender con una anécdota interesante, el detalle es que cuenta lo mismo pero a diferentes personas, como quien repite un discurso, quizás porque no tiene algo más sólido en el  morral.   Por supuesto espero no sea el caso de Guillermo Arriaga. Tuve oportunidad de ver algunas de las entrevistas que ha dado en ocasión al estreno en nuestro país de Fuego, cuyo tíulo original es The Burning Plain (La Planicie en Llamas) y en al menos dos contó lo mismo.

Si mal no recuerdo dijo que había ido a dar un taller a Los Ángeles (me parece) y un director escribió en el guión que le mostró algo así como “y ahora los actores entran e improvisan”. Y era todo.  Extrañado, le preguntó al respecto y el director le dijo “sí, que improvisen, como en Amores Perros”. Para las ´pulgas de Arriaga. Inmediatamente – y supongo que hecho una furia aunque eso no lo especificó en las entrevistas – le aclaró que cada línea había sido escrita por él.  “Ah caray, yo pensé que habían improvisado, como se ve tan natural”.

Fuego es la primera de Arriaga como director. Acostumbro no enterarme de la trama y procuro no leer mucho de la película para estar abierto a lo que veré en la pantalla pero, aquí en particular, hay algo de expectativa.  ¿Qué veremos? ¿Se repite otra vez el azar como factor que entreteje a personajes disímbolos y alejados entre sí? ¿Será una variante de Amores Perros, Babel o 21 Gramos, con flashbacks de dar miedo y diálogos revueltos a diestra y siniestra para evidenciar originalidad y seso intelectual? Correcto, no olvidemos que no se dedica a hacer guiones fáciles de consumo hollywoodense, hay que ir preprados.  Habrá que estar pendiente para verla, especialmente su duración en cartelera, aquí donde vivo apenas acaba de llegar la de Diego Luna, Abel, y las películas de esa especie muy a fuerza duran la semana.





domingo, 18 de julio de 2010

SECTOR 9





     Por Joaquín Peña Arana


     La segregación es la primera y fácil lectura. Es lo que salta a la vista. Como no pensarlo, están en Johannesburgo, donde ya tienen sus propias tensiones raciales agravadas por la llegada de casi dos millones de alienígenas famélicos, violentos e incultos.

     Wikus van de Merwe es hasta cierto punto predecible: su pulcritud extremus nos está diciendo desde el principio que algo le va a ocurrir. No es tan dificil adivinarlo. Pero como dicen en el lugar donde vivo, mas sin embargo eso no demerita el sobresaliente trabajo que realiza el actor Sharlto Copley (quien de repente me recuerda a Steve Carrell) en el proceso de alejarse del personaje inicial, un burócrata quien es nombrado el responsable para desalojar a  los langostinos - como son llamados los alienígenas despectivamente -  hasta que las circunstancias lo vuelvan mental y físicamente uno de ellos.

     Sector 9 es una película de estereotipos, sin que esto signifique denostarla. Al contrario, es un filme sobresaliente en su narrativa, estructura, realización. Sí, los blancos son lo que mandan, tienen el control y las armas, son crueles y ambiciosos, pero ¿y los nigerianos, sádicos, supersticiosos? ¿Qué tal si un día Canadá hace una película semejante y los malos malos malos son una sarta de mexicanos incultos que se la pasan chupando, maldiciendo y causando destrozos? Los langostinos no son tampoco peritas en dulce pero resulta que entre los cientos de miles hay dos o tres pensantes, es más, son científicos que han invertido 20 años para intentar salir del planeta. Me suena como la historias de éxito de algunos cientos de mexicanos en Estados Unidos confrontada con la de los otros miles que viven en el círculo de 9 a a 5, de la ayuda social o que se caracterizan por llegar a un barrio y convertirlo en un microcosmos de ruido, desorden y suciedad.  

     En sí, la segregación racial en Sector 9 es sólo una parte de la trama pero no es la trama en sí. Me recuerda a Robocop o El Vengador del Futuro en algunos sentidos. Detrás de la historia y el protagonista cuya vida común es alterada, prevalece la exacta certeza que todo gira alrededor del poder,la dominación,el dinero. No importa cuántos mueran.





lunes, 12 de julio de 2010

¿LA MALDICIÓN DE WRITE THE FUTURE?





   Por Joaquín Peña Arana      


     En un comercial de tres minutos Alejandro González Iñárritu creó un portentoso fresco de la profunda influencia social y mediática que ejerce el futbol en el mundo donde el capricho de la fama o hundise en la ruina  depende a partir del éxito o fracaso de una jugada.

     Dentro del mundillo del cine se habla de La Maldición de Blade Runner. Es posible que las generaciones actuales piensen que una parte de las marcas comerciales que ahí aparecen fueron inventadas para la película, pero no. Luego de su estreno en 1982 algunas corporaciones tuvieron un vuelco del que jamás se recuperaron, y miren que eran de las más sólidas de ese entonces:  Atari, RCA, Bell, Pan Am, la Coca Cola no sucumbió pero estaba por lanzar la New Coke que por poco le cuesta la cabeza.  Si bien hay otras como Budweiser y TDK que nunca han tenido problemas, en el colectivo del cine se quedó la idea que la película de Ridley Scott está salada.

      Ahora, se quiere ver un paralelismo con el portentoso Write The Future. Nomás revisen el saldo final del Mundial: Franck Ribéry, ¡au revoir! Wayne Rooney ¡good bye! Fabio Cannavaro  ¡arrivederci capitano! Y adiós también a los sueños narcisistas de Cristiano Ronaldo. Ronaldhino,uta, a él ni lo convocaron. Hasta Roger Federer salió perjudicado, este año no llegó a la final de Wimbledon.

     Los que más saben de futbol pueden ubicar a la multiplicidad de jugadores que aparecen en el comercial. Todos quedaron fuera. Y no faltó el observador que creyó ver, en la escena final cuando Ronaldo va a realizar su disparo, que la barrera viste camisetas de un naranja intenso.  Al único que le fue bien fue a González Iñárritu. Y qué caray, hasta en eso se parece Write The Future a Blade Runner ¿o a poco le ha ido de la fregada a Scott?

FLOOD!




     Por Joaquín Peña Arana
    

    Dicen que todo comenzó con Aeropuerto, de 1970. En realidad, antes de esa película ya se habían realizado algunos filmes donde varios personajes a partir de un hecho catastrófico o se ven obligados a interrelacionarse o bien se narra su experiencia personal en esecontexto. En el caso de Aeropuerto, más bien podríamos calificarla de película de suspenso o thriller y su atractivo principal fue la fulgurencia de su elenco: Burt Lancaster, Dean Martin, Jaqueline Bisset y George Kennedy. 

     El género de las películas de desastre, como tal, nació y murió con los años setenta aunque otras producciones posteriores han sido etiquetadas con el rubro.  Las estelares, las meras meras, son Aeropuerto, La Aventura del Poseidón, Infierno en la Torre y Terremeto. Como todo género que irrumpe en la pantalla, dio pie a que se realizaran una multiplicidad de películas semejantes, no pasó mucho para que la televisión gringa adoptara el género,  casi siempre ambientadas en un pueblo remoto o aterrizando los acontecimientos en algún estadio de no mucha fama o un parque de diversiones, por aquello del presupuesto. Llegó a ocurrir que aparecieran actores de televisión haciendo sus peores papeles o estrellas de cine con su carrera en caída libre.

     Aunque estas producciones se realizaban para la televisión, aquí en el país llegaron a exhibirse en circuitos comerciales. Así es como recuerdo haber visto Flood!, que ahora sé data de 1976 y de la cual no recuerdo con certeza cuál fue el nombre que le pusieron en español aunque no dudo que se hayan quemado demasiado las pestañas y hayan optado por algo así como Inundación.  En el caso de Flood!, ahora me resulta curioso que el pueblo en peligro se llame Brownsville aunque el Brownsville que yo conozco está junto a un río y para poder visitar esa ciudad necesito una visa.  Sé de algunas personas para quienes perder su visa les representa, en verdad, un desastre.

FILMAR CON GIBSON

                                             foto: Joaquín Peña Arana
  

     Por Joaquín Peña Arana


     Bueno, eso de filmar con Gibson es un decir, pero estar a cosa de 30 metros del actor/productor/director ya fue correr con buena fortuna siendo uno todavía simple mortal. 

     Hubieran visto.  Brownsville, Texas, estaba vuelta loca más o menos el 7 de junio. Todo comenzó porque alguien le dijo que otra persona le confió que una prima le aseguró que habían visto a Mel Gibson cenando en un Chili´s.  Todo parece indicar que, efectivamente, salir por piernas huyendo del asedio de la gente.  Sí, Mel Gibson estaba en la ciudad.

A la prensa se le dio chance  de estar un rato en un aspecto de la filmación. Esta vez Gibson no venía de director sino actor, la película se llama Cómo Pasé mis Vacaciones de Verano, se estrena el año que viene y, bueno, la trama no parece dejar bien parado a nuestro país, pero esa es otra historia.

Para no hacer tan largo esto, la oportunidad de ver la filmación fue un ratito, menos de media hora, pero suficiente para darse cuenta que filmar es cosa de locos y también de lo más aburrido.  La escena era sencilla. Gibson hace una llamada en un teléfono público, una negrita le aborda, él le da billete o algo así y  ella se va gritando de alegría. Pero para la escena cerraron la calle, aislaron a una cuadra a la redonda, movilizaron como a 15 o 20 extras, llevaron equipo como para filmar dos días, como se supone que estaban en California trajeron varios autos con placas de allá cuya única chamba era dar vueltas y vueltas. Y toda la escena era eso: Gibson hablando por teléfono.

Por cierto, la caseta telefónica también la colocaron de utilería. Al día siguiente ya no estaba.