domingo, 12 de septiembre de 2010

MEMORIAS DE UN MEXICANO




    Por Joaquín Peña Arana

    Echarse un clavado a las casi dos horas de este documental puede resultar aburridísimo, maxime ahora, donde el patriotismo es  moneda de bajísima denominación, el desdén al país es deporte nacional y la zozobra diaria nuestra circunstancia habitual. Pero Memorias de un Mexicano no tiene desperdicio. 

     Sí,  suena chocante para la actualidad la narración, como si fuera lectura de cuarto año de primaria o cortometraje de intermedio de los años cincuenta,pero lo valioso está adentro de la pantalla, ese es el monumental aporte del heroico trabajo realizado por Salvador Toscano. No fue tan sólo filmar en directo ceremonias y desfiles. Se movilizó a los lugares de conflicto. Él y su grupo de camarógrafos captaron lo mejor posible el desarrollo de eso que ahora llamamos Revolución Mexicana. 

Justo en este momento, lo que más me impacta, es ver las fiestas del centenario.  No queda duda: Porfirio Díaz hizo todo lo posible para que hubieran sido recordadas como la gran celebración nacional (no contó que aparecería el revoltoso de Madero).   A la distancia, lo único que se me ocurre expresar es la tremenda envidia de no poder hacer lo mismo ahora. Se supone que el país debería estar haciendo a un lado sus diferencias, siquiera por unos días. ¿Estaríamos mejor si jamás se hubiera iniciado el movimiento de independencia?, existen quienes afirman que todo era felicidad antes que Hidalgo se pusiera a gritar.  ¿Seríamos un mejor país si Madero mejor hubiera continuado su vida de hijo de familia rica o hubiera sido eliminado por Díaz?  ¿Y qué tal aquellos que, a fuerza, querían provocar una insurrención nomás llegando el 2010? ¿Se atreverían ahora?

Sí, hay muchas preguntas qué hacerse. Hay, también, un sentido de apatía, desdén, indiferencia y, dependiendo del lugar del país donde radiquemos, hay miedo. Mucho miedo.  En tanto agarramos rumbo y buscamos en verdad qué hacer, revisemos la historia. Algo podemos aprender de ella. No vanagloriarla pero tampoco satanizarla. ¿Qué vamos a decir cuando, en el futuro, nos pregunten qué estábamos haciendo en el 2010?


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