domingo, 17 de octubre de 2010

PECADOS DE MI PADRE

                                  Pablo Escobar y su hijo en Washington, D.C.



     Por Joaquín Peña Arana

    ¿Qué tanto liberó esta película a quien ahora se hace llamar Sebastián Marroquín,pues reconocerse como Juan Pablo Escobar le hubiera hecho imposible eso que llamamos la vida común?  Este hombre de voz suave y mirada melancólica ¿es el hijo de quien aterrorizó a Colombia y colocó a ese país como sinónimo de droga y violencia?



     Hay varios sentimientos dentro de Pecados de Mi Padre. Lo primero es el impacto de atestiguar, de primera mano, los días de Pablo Escobar desde el testimonio de quienes mejor le conocieron: su esposa y su hijo. Pero es  Juan Pablo Escobar quien ocupa el papel protagónico de esta búsqueda por abandonar su propio destierro, un destierro del alma, alejado, escondido, huyendo de su genética.  Él mismo se llegó a preguntar: ¿sigo o no los pasos de mi padre?

  “Perdón” es una palabra fácil de escribir y pronunciar. Esa palabra se convierte en la ruta de Sebastián Marroquín para reencontrarse con su realidad así como su pasado y  presente. ¿Si te propusieran verte con el hijo del hombre que mató a tu padre y arruinó tu familia, qué dirías? Es lo de menos si fue idea o no del director Nicolás Entel. El documental ofrece la representación del perdón en tres episodios. Uno, benévolo en  una banca cercana a un río. El otro, desarrollado en el anexo de un hotel, al menos desprovisto de odio y con la intención de comprender y aceptar. El tercero, de ese sólo sabe Sebastián Marroquín.

  Al salir del cine, quedó en mí un sentimiento desalentador.  En eso ya no tuvieron qué ver ni Escobar ni su hijo ni los hijos de Galán y de Lara. Fue al confrortar lo visto en la pantalla con la realidad. Mi conclusión fue que, definitivamente, no estamos como Colombia. Estamos peor. 





   

1 comentario:

  1. Para verla online http://todopelisavidivx.blogspot.com/2010/06/los-pecados-de-mi-padre-latino.html

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