domingo, 10 de julio de 2011

PINK CROSS FOUNDATION






   Por Joaquín Peña Arana


   El cine porno es un género con millones de consumidores.  No sé si la gran mayoría se encuentren en Estados Unidos pero para ese país es una industria  “normal” si se puede etiquetar de esa manera, con filmes considerados clásicos y estrellas que protagonizan los fantasiosos delirios de incontables lujuriosos. Pero hace unos años ocurrió que una de esas estrellas decidió salirse de ese medio y no sólo eso: se convirtió en su enemiga.

   Pink Cross Foundation fue creada en el 2008 por Shelley Lubben, apoyada por su esposo.  Shelley fue actriz porno en los noventas. ¿En qué momento decidió convertirse en luchadora social?, habría que adentrarse primero en ese mundo para evaluar sus motivos.  La verdad es que al público consumidor de porno, al igual que el resto de quienes consumimos lo que sea, no les importa de dónde proviene el producto. ¿O los millones de adictos de Estados Unidos reflexionan sobre la procedencia de la droga que consumen?, ¿a poco antes de inyectarse o fumársela, se detienen un momento a pensar en los miles de muertos que costó tener la cocaína o la mota en sus manos?

  Guardando la proporción, algo semejante ocurre con los alimentos que consumimos: el calzado, la ropa, los productos de cuidado personal y, claro, quienes consumen porno. Los millones que vieron – y veremos – Garganta Profunda qué vamos a estar pensando en Linda Lovelace y la historia que contó por años sobre cómo fue obligada a filmar a punta de pistola.  Más recientemente, hay casos como el de Nadia Styles. ¿Quién carajos es ella? Lo dicho: a lo mejor ni tú ni yo la conocíamos hasta hace poco, pero quienes están metidos en el mundillo del porno re bien que sabían de ella y, por tal, les tomó por sorpresa su decisión de volverse cristiana. Ahora se dedica a ofrecer testimonio de su experiencia y no tiene nada bueno qué decir sobre la pornografía.

    Yo no les voy a decir lo que tienen que hacer (ya parece que me van a hacer caso). Lo único que sugiero es que, de vez en cuando, le pensemos tantito cuando, digamos, vaya a un congal a ver viejas encueradas, pida una masajista triple equis o cualquier variante relacionada con servicios sexuales. Sólo piénsele de vez en cuando qué hay detrás.




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