sábado, 10 de septiembre de 2011

EL LUCHADOR (THE WRESTLER)




  Por Joaquín Peña Arana

  Si nos echamos un clavado en La Ley de la Calle, 9 Semanas y Media o en Orquídea Salvaje, llegamos a la misma pregunta: ¿qué le pasó a Mickey Rourke?
  Era guapo, gran actor, ojos expresivos, pestañoso, cabello seductor.  Ah, y papeles importantes, que hicieran lucir su galanura y dotes histriónicas.  En los noventas vi una película de Jean-Claude Van Damme con Dennis Rodman, la típica de aventuras, golpes, escenarios internaciones, y  me sorprendió descubrir en ella a Mickey Rourke. Sentí que iniciaba su decadencia.

  En los noventas y durante el 2000 no le fue tan mal. Tuvo buenos papeles, pero se reducían a ser el segundón y (casi) siempre en papel de rudo malo.  Entonces llegó El Luchador. Mickey Rourke parecía estar interpretándose, como si expiara sus pecados y excesos para enfrentar la cámara.  Véanme. Vean mi rostro desfigurado. Hagan close up, no me importa. Véanme llorar, sangrar, débil y humillado. Ese es The Ram. Ese soy yo. 

  No quiero dejar fuera a Marisa Tomei, no tiene empacho en meterse al papel a profundidad y salir encuerada cuantas veces se necesite porque ese es su personaje. Convence espléndidamente como una stripper sin futuro.  Qué cosas, la única posibilidad de cambio era ese luchador fracasado. Y el Carnero no vio mayor salvación que la desnudista.

   A veces pensamos que un director sólo tiene una sola visión para hacer las cosas. Es cierto que, difícilmente, veremos a Tarantino haciendo una película romántica o alguna por encargo, pero los hay que pueden con todo. Darren Aronosfky tuvo un gran resultado. Sí, le critican las fallas del guión y algunas situaciones parecen previsibles, pero en general El Luchador es un acierto.

   Me llama la atención el trabajo de producción y diseño. Se tomaron todas las molestias posibles para reproducir la jodidez de la clase media baja de los Estados Unidos. A lo mejor a nosotros no nos parece demasiado (porque nos toca vez ya no pobreza sino miseria) pero para los niveles sociales de Gringolandia, así como vive El Carnero viven muchos, millones.

    Millones de Carneros en Estados Unidos. Millones en el mundo. ¿Lo eres tú? 




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