domingo, 18 de diciembre de 2011

LUBEZKI





Por Joaquín Peña Arana


Hace unos meses conocí en Brownsville, Texas, a Juan Antonio Puyol, un camarógrafo que trabaja para National Geographic.  Un tipo muy agradable, de esos que da gusto conocer. En algún momento de la conversación le pregunté lo que, supongo, le han preguntado cientos de veces: ¿cómo se logra tener un trabajo así?

“Yo siempre les digo, pura suerte” me contestó, sonriendo. Su calidad lo llevó a conocer  más y más personas  “y un día a otro, de repente, me hablaron  (y me dijeron) que oye vamos a hacer un trabajo con National Geographic…y aquí estoy”.

La semana pasada escribí sobre El Árbol de la Vida y cometí una grave omisión. Detrás de la cámara estuvo Emmanuel Lubeski. ¿Es el autor de todo lo que vimos o reparte la chamba?,  ¿la segunda unidad se encarga de lo suyo y él se lleva todo el crédito? Eso se puede contestar un día de estos pero, lo que me viene a la mente en este instante es preguntarme ¿cómo le hizo Lubeski?

Para empezar, no es un improvisado. Egresó del CUEC (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos), participó en algunas producciones antes de ser el encargado de la cámara en Bandidos, Sólo con tu Pareja, Como Agua para Chocolate, Miroslava. De ahí, saltó a Reality Bites, La Princesita, Un Paseo por Las Nubes, The Cat in the Hat, Y Tu Mamá También, ¿Conoces a Joe Black?, Sleepy Hollow, El Nuevo Mundo, Niños del Hombre y lo que venga.
 
Lubeski nació en 1964. Según los datos que circulan por ahí, es de origen judío, ¿suficiente para que  le abran todas las puertas, según pensarán quienes ven conspiraciones y sectas secretas por todas partes? O también, no falta el que dice “qué chiste, en Hollywood tienen todo lo necesario, así cualquiera dirige y cualquiera es buen camarógrafo”. ¿Será? Mmm…no creo. Siento que la explicación es más sencilla: Lubeski es talentoso en lo que hace.  Nada más.

¿Y qué tipo de persona es? Fuera que le dicen el Chivo, no sé más. Imposible saber si algún día lo llegue a conocer o – mejor aún – pueda trabajar con él. De ocurrir, espero estar a la altura y aprenderle algo.  En el mejor de los casos, espero que sea como Puyol, a quien sólo traté durante unos cuantos minutos y al retirarme del lugar pensé “debería haber más gente así en esto que llamamos medios de comunicación”.




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