domingo, 8 de enero de 2012

CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO





Por Joaquín Peña Arana


Conozco a un reportero de televisión que procuraba guardar parte de su trabajo o archivar video que, para él, podría tener un valor en el futuro. Un día, dejó de hacerlo. 

“La verdad, estoy cansado”, me respondió un tanto cuanto decepcionado. “Empecé almacenando en ¾, en mi casa lo hice en VHS de lo que grababa de la televisión; con los años, en el trabajo pasamos a formato digital en DVCPRO y hace como dos años entramos a la alta definición. Los cassettes de ¾ ya no los puedo reproducir, no hay videocasetera que funcione en la oficina, se llevaron las reproductoras de DVCPRO y nomás dejaron una que otra. En alta definición la única opción es pasarlo a discos pero yo no estoy autorizado para hacerlo. Quise empezar a guardar algunas cosas pero me dijeron que estaba quitando espacio y varias veces me desaparecieron material que intentaba apartar para mis reportajes, así nomás, sin explicación. ¿Quién fue?, quien sabe.  No tiene caso, ahí que se las arreglen”.

Todo esto viene a cuento porque, recientemente, estaba revisando algo de información sobre el director John Ford y descubrí que, al menos eso dice Wikipedia, la gran mayoría de sus primeros filmes están perdidos, incluyendo The Tornado, el primero en que actuó.  ¿Dónde están, dónde quedaron? Es cierto que antes el cine no era un arte sino un producto de consumo y se produjeron muchos filmes que después fueron a dar a la basura, se echaron a perder o simple y sencillamente se extraviaron.  ¿En qué radica la importancia de un filme y por qué preservarlo?

Ya en este espacio he abordado la búsqueda de la Filmoteca de la UNAM para localizar diez filmes que considera relevantes para la cinematografía mexicana. En el mundillo internacional no hay película perdida más famosa que London After Midnight. Hay por ahí la versión que no está tan perdida, que sí hubo quienes la vieron en los setentas y que incluso ya pasó en la tele (ojo, sólo como aclaración: TCM tiene en su catálogo a London After Midnight pero, según las fuentes, lo que transmitieron fue una versión hecha con fotos fijas, no el filme original).

Supongamos que un día aparece, ¿se acabará el mito y descubriremos que no es la gran película sino su valor recae en que no podemos verla?

En cuanto a mi amigo el reportero, un día noté que en su casa ya no tenía un montón de periódicos que guardó durante décadas. “¿Los tiraste?”, le pregunté. “No, me llevé todo y lo doné a una universidad para su archivo”. 

Uf, al menos. Todavía hay esperanza. 







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