Por
Joaquín Peña Arana
Estoy
convencido, después de ciertos años, que las cosas no son lo que parecen. Y por
“cosas” me refiero a todo: objetos, acciones, personas. Todo. No hay absolutos. Eso tiene que ver con el transcurrir
de la trama de Metal y Hueso.
¿Con
quién te vas a quedar al final o principio de tu vida? ¿En dónde termina una
etapa e inicia otra? ¿Estamos preparados para que, de un mordisco, nos arranquen lo que conocemos y gozamos o,
qué tal al revés, qué tal si la oportunidad de vida que jamás esperamos la
topamos de frente?
Porque
la vida de Stephanie, antes del accidente, parece de ensueño, excepto porque no
sabe elegir a sus parejas. Eso de formar parte de un espectáculo de ballenas
orca suena chidísimo. ¿Por qué no tuvo cabeza para dejar a tiempo a un patán
que le daba vida de infierno?
Y
si de patanes hablamos, ¿Qué inspira Ali? A primera vista no parece el mejor
partido: carga para todos lados con su hijo de cinco años, no es sensible ni
cariñoso. Lo único que sabe hacer bien
es agarrarse a guamazos. Es testarudo. No
sabe qué hacer con su vida ni cómo ordenarla.
¿Un hombre así y una mujer que perdió sus piernas es la combinación
ideal?
El
sentido que le doy a Metal y Hueso es que la vida es así. Te quita y da. Buscas y encuentras lo que te propones o, por
el contrario, la recompensa es lo que menos esperas. Ahí tienen a Stephanie.
Llegado el momento, encarrilada como estaba en la recuperación, aceptó que de
pronto todo había cambiado. Ya no era la misma, ni física ni anímicamente. “¿Ésta
es mi vida, ésta?, pues a darle, entonces. A tatuarse, vestirse de cuero y seguir.
No hay marcha atrás”. Ali, tan duro, tan
aparentemente insensible al amor, es capaz de destrozar sus manos en el hielo y
decirle a Stephanie la frase que lo define todo. Todo.
Podría
terminar aquí pero quiero nombrar a quienes construyeron Metal y Hueso. Es
bueno saber que el director es Jacques Audiard (habrá que busca la de Un
Profeta, dicen que está buenísima), Ali es intepretado por Matthias Schoebaerts
y Marion Cottilard - quien alguna vez fue Edith Piaf - es Stephanie, la
entrañable Stephanie.
no he visto esta película, pero lo haré a la primera oportunidad, aunque creo que me hará llorar. No entiendo por qué muchas veces, las mujeres inteligentes no sabemos dejar a un patán a tiempo...
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