domingo, 20 de octubre de 2013

GRAVEDAD (GRAVITY)





Por Joaquín Peña Arana

Bella. Asombrosa. Es acerca de las ganas de vivir.

Alfonso Cuarón está en otro nivel. Es definitivo. Quizás el magnetismo de Sandra Bullock y George Clooney contribuyó al éxito de taquilla pero el filme va más allá de un simple asunto de aventuras espaciales. Cuarón tardó  más de cuatro años en construirla y el resultado es una historia sobre sobrevivencia, lucha. Renacimiento.

Porque eso ocurre con el personaje de Sandra Bullock. De hecho, sobre los hombros de Bullock recae el peso de la historia. Hay quienes ya ven en esta actuación la mejor de su carrera.  Clooney no tiene problemas. Su personaje le exige mantenerse ecuánime y cerebral pero no por ello es menor o pobre su actuación.

Creo que ya se dieron cuenta pero, por si las dudas, pregunto: ¿ya se fijaron que sólo hay dos personas actuando? Fuera de Sandra y George, sólo hay voces en off que apoyan la historia (una de ellas, la de Ed Harris) pero el filme se sostiene con un actor, una actriz, sonido, voces y el espectáculo visual de un espacio reproducido en pantalla con un realismo que contagia la sensación de soledad, vacío. Abandono.

La gravedad, celebrada en tantos viajes espaciales, en otras tantas películas, es una maldita arpía cuando se vuelve en contra. Maldita gravedad. Es como perder el amor y no saber qué ocurrió, dónde, cómo. Dónde es arriba o abajo. En qué momento, quizás, debería cerrar la válvula que sostiene mi respiración.

Mencioné antes lo de dos personas como únicas protagonistas de la película. En el cine ya se ha intentado antes.  Ahí están La Escalera con Rex Harrison y Richard Burton o Michael Caine y Laurence Olivier en Sleuth. De ahí que el reto para Cuarón fuera todavía mayor. Más bien, a él y a su hijo, Jonás, quien tuvo la idea original y es coautor del guión.  ¿Quieren elogiar el despliegue visual? Agradezcan a la larguísima lista que aparece al final pero, de entrada, acérquense a James Cameron, a quien Cuarón acudió pidiéndole ayuda. En cuanto al trabajo de cámara, ahí está otra vez Emmanuel Lubeski, listo para partirle su máuser al que se haya atrevido alguna vez a decirle mediocre.

Y sí, a pesar de todo el cuidado, hay garrafales errores que los científicos ya detectaron. Qué más da. Siento que estamos ante la mejor película de Alfonso Cuarón, hasta el momento. Por cierto, ¿ya se fijaron que la tipografía utilizada para el título de Gravedad se parece mucho mucho mucho a la de 2001?





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