Por
Joaquín Peña Arana
Mientras
veía la película, me pasó un poco como a los personajes que interpretan Aislinn
Derbez y Humberto Busto: “creo que esto ya lo había escuchado antes”. Y mi
mente viajó al pasado, intentando recordar recordar recordar cuándo leí Abolición de la Propiedad.
Me
explico. Yo fui fan de José Agustín durante muchos años, diría que décadas.
Empecé a leerlo como a mediados de los ochenta. También, lo veía en la tele;
conducía un programa sobre literatura llamado Letras Vivas. Varias veces tuve
la oportunidad de verlo en persona en diferentes épocas de mi vida. Cómo bebí
de su literatura. Cómo viví a profundidad eso de seguir al escritor predilecto
de la Literatura de la Onda.
Por
eso, cuando estaba viendo Abolición de la Propiedad, pude reconocer el estilo
de José Agustín y, a la distancia, al reencontrarme años después con el texto
en voces e imágenes, choqué de frente con los sitios predilectos de su
literatura. Ahí estaban los temas recurrentes: la ideología de izquierda,
facultades de filosofía o ciencias políticas, burgueses, clases sociales. Pero
también el mundo en que José Agustín se crio: servidumbre, viajes al
extranjero, clase media alta, chambas en oficinas oficiales, discusiones y
enfrentamientos verbales que brotan de la nada. La película olía a años
sesenta. El apego fidedigno al texto original, quizás, desconcierte a las generaciones actuales. Recordemos: Abolición de la Propiedad fue publicada en 1969. Era otra época, otro rollo.
Pero ya me ocupé demasiado de José Agustín.
Aquí lo relevante es el gran trabajo de Jesús Magaña. La película se sostiene muy
bien, nunca decae. Supo resolver acertadamente el recurso de utilizar el formato de teatro, los cambios de
escenario, el sonido y la estructura de diálogos como puesta en escena teatral.
No tengo algo en contra de Aislinn Derbez y Humberto Busto, han demostrado su
calidad en otros trabajos y en éste también, pero como que, a lo mejor, no eran
la elección adecuada para el proyecto. Insisto, no lo hicieron mal y no son
chafas como profesionales, pero…pero. En
fin, igual me equivoco. No importa. Yo sí aguanto vara.
En
tanto son peras o manzanas, Jesús Magaña ya fregó. Propuso una cinta con sólo un actor, una
actriz, pocos elementos escenográficos, buena dirección y le dio resultado. El
resto es que inscriba la película en certámenes, de preferencia
internacionales. Le hace falta tener algunos premios para ganar más
legitimidad. Ah, de preferencia, que la mande a concursar donde no sepan que
Aislinn es hija de Eugenio Derbez, por aquello de los malditos prejuicios
intelectualoides.
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