domingo, 27 de octubre de 2013

ABOLICIÓN DE LA PROPIEDAD





Por Joaquín Peña Arana

Mientras veía la película, me pasó un poco como a los personajes que interpretan Aislinn Derbez y Humberto Busto: “creo que esto ya lo había escuchado antes”. Y mi mente viajó al pasado, intentando recordar recordar recordar cuándo leí Abolición de la Propiedad.

Me explico. Yo fui fan de José Agustín durante muchos años, diría que décadas. Empecé a leerlo como a mediados de los ochenta. También, lo veía en la tele; conducía un programa sobre literatura llamado Letras Vivas. Varias veces tuve la oportunidad de verlo en persona en diferentes épocas de mi vida. Cómo bebí de su literatura. Cómo viví a profundidad eso de seguir al escritor predilecto de la Literatura de la Onda.

Por eso, cuando estaba viendo Abolición de la Propiedad, pude reconocer el estilo de José Agustín y, a la distancia, al reencontrarme años después con el texto en voces e imágenes, choqué de frente con los sitios predilectos de su literatura. Ahí estaban los temas recurrentes: la ideología de izquierda, facultades de filosofía o ciencias políticas, burgueses, clases sociales. Pero también el mundo en que José Agustín se crio: servidumbre, viajes al extranjero, clase media alta, chambas en oficinas oficiales, discusiones y enfrentamientos verbales que brotan de la nada. La película olía a años sesenta. El apego fidedigno al texto original, quizás, desconcierte a las generaciones actuales. Recordemos: Abolición de la Propiedad fue publicada en 1969. Era otra época, otro rollo.

Pero ya me ocupé demasiado de José Agustín. Aquí lo relevante es el gran trabajo de Jesús Magaña. La película se sostiene muy bien, nunca decae.  Supo resolver acertadamente el recurso de utilizar el formato de teatro, los cambios de escenario, el sonido y la estructura de diálogos como puesta en escena teatral. No tengo algo en contra de Aislinn Derbez y Humberto Busto, han demostrado su calidad en otros trabajos y en éste también, pero como que, a lo mejor, no eran la elección adecuada para el proyecto. Insisto, no lo hicieron mal y no son chafas como profesionales, pero…pero.  En fin, igual me equivoco. No importa. Yo sí aguanto vara.

En tanto son peras o manzanas, Jesús Magaña ya fregó.  Propuso una cinta con sólo un actor, una actriz, pocos elementos escenográficos, buena dirección y le dio resultado. El resto es que inscriba la película en certámenes, de preferencia internacionales. Le hace falta tener algunos premios para ganar más legitimidad. Ah, de preferencia, que la mande a concursar donde no sepan que Aislinn es hija de Eugenio Derbez, por aquello de los malditos prejuicios intelectualoides.





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