Por
Joaquín Peña Arana
¿A
quién o a qué le echamos la culpa? ¿Al 16 milímetros? ¿Maldito, maldito sea?
Porque
el documentalista D.A. Pennebacker no era un improvisado cuando se aventó el
tiro de filmar el último concierto de la gira que traía David Bowie, allá en
1973. En ese entonces estaba presentando su más reciente álbum, Aladdin Sane. Volvamos
con Pennebacker. Tiene en su bolsillo
haber filmado a Bob Dylan en Don´t Look Back y cubrió su gira europea, la del
grito de “¡judas!”. Nos dejó joyas como el Festival de Monterey o también el de
Toronto, donde actuó la Plastic Ono Band. Definitivamente, experiencia tenía cuando se
llevó las cámaras al concierto final de Ziggy Stardust.
En
sí, la hora y media de documental es un testimonio de lo que David Bowie hacía
en el escenario, mezcla de teatro, performance, moda, androginia. Conciertos
irrepetibles. De por sí la puesta en escena de Bowie había tomado por asalto
los sentidos de la escena musical de ese entonces, el asunto tomó dimensiones
impresionantes cuando salió al mercado el disco The Rise and Fall of Ziggy Stardustand the Spiders of Mars, mejor conocido como Ziggy Startdust.
¿Y
quién era Ziggy Stardust? Un personaje que David Bowie interpretaba en el
escenario. Muy a tiempo, Bowie se dio cuenta que la gente estaba dejando de
pelarlo y se referían a él como Ziggy. Por eso el concierto de julio del 73 es importante. De ahí en adelante dejó de encarnarlo. Un acontecimiento así
merecía una mejor calidad de imagen y sonido.
No podemos echarle la culpa al 16 milímetros, querido formato que tanto
contribuyó a perpetuar el nacimiento y gloria de la música rock. Con cámaras de
16 milímetros se filmó a Elvis Presley y la Beatlemanía. El festival de Monterey
y Woodstock se cubrieron con ese formato.
Y aunque la tecnología ha mejorado algunas cosas, tampoco hace milagros
cuando el daño es de origen.
¿Se
imagina a Bowie queriendo ser Ziggy en estos tiempos? El propio Freddie Mercury
sabía que, en algún momento, la edad no le permitiría continuar con su puesta
en escena. Ahora parece disparatado y grotesco, pero David marcó importantes
pautas no sólo en la música rock sino en la moda, el vestuario, la tendencia de
ese entonces. El documental sobre la despedida de Ziggy Stardust es el discurso
del glam y una muestra genuina de David Bowie como artista.
Qué
bueno que supo desprenderse del personaje a tiempo. Desde entonces, David Bowie
nos ha dado más.
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