Por Joaquín Peña Arana
Mark Zuckerberg: eres
el peor de todos. Bueno, no tanto.
Desde hace años me he
convencido que el camino de una historia de éxito tiene, en su recorrido,
algunas cuantas tranzas o inequidades, por decir lo menos. No hablo nomás de
oídas. Lamentablemente, es parte de lo que he atestiguado desde hace varios
años.
Vamos, revisemos las
historias de Edison o Ford y encontraremos algunos pasajes duros. ¿O qué tal
los Beatles? Y eso que yo soy fan de ellos pero tampoco me ciego ni caigo en
locas idolatrías. ¿Se acuerdan de cuando echaron a Pete Best porque ya no les
convenía? Y ni tuvieron cara para decírselo, mandaron a Brian Epstein a hacer el
trabajo sucio. ¿Quieren ejemplos más
recientes? ¿Qué tal el genio de Bill Gates comprando por unos cuantos centavos
un software que lo sacara del atolladero
o su relación de amor-odio con Steve Jobs? Y ya que hablamos de Steve Jobs, era
cruel, insultaba a su gente, manipulaba, distorsionada la realidad a su
conveniencia. Y Así nos la podríamos llevar.
Ahora bien, es evidente
que al verdadero Mark Zuckerberg no debió caerle en gracia el cruel retrato
cinematográfico que realizó David Fincher y a Eduardo Saverin que lo retraten como un tipo débil y medroso. Confieso
que cuando salió la película ni me interesó. “¿Cómo, una película sobre
Facebook? ¿Y se llama Red Social, así de simplón? Ah, la dirige el de Seven, El
Club de la Pelea y la de Benjamin Button. Suena bien pero paso de largo”. Y ya ven, metí
reversa y la vi.
¿Qué es Red Social? Una
historia de ambición, poder, soberbia y traición. Sí, el punto de partida es la idea de un
genio y su frenesí por llegar a las últimas consecuencias para hacerla realidad.
Le debe encantar a no pocas mujeres que eso de Facebook haya nacido de la frustración
de Mark por retener a su ex novia: primero la harta con sus peroratas y al
último le está rogando. A mí lo que más
me sorprendió – y es la escena que más me gusta – es el final con Baby, You´re
a Rich Man. Escuchar a los Beatles en un film que no sea sobre los Beatles o
los años sesenta es rarísimo. Concluir la película con esa canción queda como
la mejor de las ironías.
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