domingo, 7 de noviembre de 2010

MÉXICO 2000






Por Joaquín Peña Arana


A la distancia parece cosa de risa cómo vivíamos con tanto miedo en México hace unos 27 años. El poder del presidente se percibía absoluto. Desafiarlo era cosa de locos, revolucionarios o valientes.  Había que ingeniárselas para hacer crítica y no terminar perdiendo la chamba, en una mazmorra o desterrado por imposición o voluntad propia. A la distancia se siente exagerada la manera para cuidar las formas, “no diga nombres”, “le habla el Señor”, “son fallas del sistema”, multiplicidad de eufemismos por doquier. En el imaginario e ideal México del año 2000 enfatizar que no hay prohibiciones (“¡dígalo, ahora nada está prohibido!”) era, en el fondo, una forma de liberación.
Para que las nuevas generaciones puedan apreciar en toda su entereza a México 2000 definitivamente necesitan un manual de instrucciones, leer a Leñero, José Revueltas, Rius, algunos Procesos de la época y, de preferencia, alguien que les esté explicando las cosas. “Mira, a ese señor que están intepretando era Fidel Velásquez, fue un líder obrero que duró muchos años en el puesto y en aquel entonces la prensa repetía cada frase que dijera, tuvo durante mucho tiempo una conferencia de los lunes y ahí estaban al pendiente de lo que dijera porque a todo le buscaban interpretación política”.

Hay que explicarles también que el año 2000 era visto como una meta, una frontera, algo importante tenía que pasar. Era el año ideal para el cambio. 

Para quienes alcanzamos a vivir esa época extraña de prohibiciones y arquetipos en que no se podía criticar al presidente, al ejército y a la virgen de Guadalupe; quienes todavía recordamos que en los años ochentas el país ya era un caos sin que estuviera bañado en sangre; quienes tenemos todavía la habilidad de reirnos de nosotros mismos, México 2000 será una película que disfrutarán mucho.

Ya dependerá de cada caso la conclusión a la que lleguemos. A lo mejor no faltará por ahí quien sienta nostalgia del México de 1983 y citará al filósofo Emmanuel: si ese tiempo pudiera volver.





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