Por Joaquín Peña Arana
¿Se acabó demasiado pronto el Tin Tan que cantaba con voz de jazz singer, improvisaba genialmente y convertía cualquier película en una obra hilarante? Hay una gran distancia entre el Tin Tan de La Marca del Zorrillo a Tin Tan en La Habana y apenas son tres años de diferencia.
Me llamó en particular ver que en Tin Tan en La Habana intentó recuperar el personaje de pachuco: craso error. Es imposible reconocer a ese personaje, no en ese Germán Valdés embarnecido, luciendo patillas estilo bota y que nada tiene que ver con el de cintas como Calabacitas Tiernas.
Y que quede claro: Tin Tan chafa no era. Poseía la agilidad mental para construir diálogos, adaptarse a la circunstancia, bailaba con soltura, cantaba con voz clara y pontente sin necesidad de grandes cualidades, tenía la suficiente agilidad para realizar acrobacias que difícilmente otros, en nuestros tiempos, siquiera intentarían. Basta verlo volar entre mesas y candelabros en La Marca del Zorrillo.
Los sesentas no fueron generosos para Tin Tan. Quizás lo más rescatable fue prestar su voz a Baloo en El Libro de la Selva pero tras ese desastre llamado El Capitán Mantarraya no volvería a protagonizar una película. De ahí en adelante fueron papelitos aquí y allá hasta su muerte, en 1973.
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