Por Joaquín Peña Arana
¿Eso de hacerse el loco ofrecerá cierta inmunidad contra los golpes de la vida? Porque el par de orates que crearon la película obtuvieron a cambio fama, algo de fortuna (a Dalí le fue mucho mejor que a Buñuel) y convertirse en íconos de la cultura durante el siglo XX.
Por el contrario, sus protagonistas no llegaron a viejos.
Simone Mareuil es la mujer cuyo rostro es famosísimo por ese primer plano en que están a punto de rebanarle su ojo izquierdo. Luego de Buñuel, es la segunda persona en aparecer a cuadro. Pierre Batcheff es quien llega en bicicleta. De ahí en adelante Simone y Pierre construyen la película entre delirios surrealistas.
Me admira que ambos corrieran los riesgos que implicaban aceptar el papel. “Bien, Simone, ahora él te va a acariciar, los senos; ahora, muestra el busto, sin moverte de la misma posición, perfecto; ahora quítate el vestido, volteáte y deja que él te acaricie las nalgas. ¡Muy bien, quedó perfecta la escena!”. ¿Obedecer indicaciones así en 1929, en un filme de un par de desconocidos que quién sabe qué madre los pareó? Y qué tal Maurice, “quiero que te pongas esta ropa y te vas pedaleando por esta calle”, “aquí, quiero que hagas los ojitos en blanco, así, como si estuvieras extasiado”, “aguanta, ya te vamos a quitar las hormigas, sólo una toma más”.
Tanto Simone como Maurice decidieron suicidarse. No queda muy en claro qué le pasó a él, una fuente señala que tuvo una sobredosis (qué raro que sea un dato poco conocido su aparición en Napoleón de Abel Gance). Está enterrado en el legendario Montparnasse. Simone Mareuil vivió doce años más que él pero no por eso su final fue mejor: se inmoló en una plaza pública, según dicen.
yo no sé, Joaquín, el perro andaluz se me esfumó de las manos un buen día, en uno de esos rincones del tiempo que jamás vuelven a abrirse. Y mi escena favorita era la de las hormigas =b
ResponderEliminarUn Perro Andaluz reapareció en mi vida un fin de semana cuando, al visitar un museo, ahí estaba, ocupando toda un área convertida en pequeña sala cinematográfica, exhibida una y otra vez. Verla nuevamente me llevó a otro tiempo, a otro Joaquín, y a la vez la pude ver con un mejor sentido, otros ojos, otra vida. Gracias, Marisol, por echarte una vuelta por acá, un abrazo.
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