Por Joaquín Peña Arana
La semana pasada examinaba la irrupción de Biutiful en la categoría del Oscar a la Mejor Película Extranjera, contrastándolo con las duras críticas que recibió. ¿Cómo le hizo González Iñárritu, pues no que su carrera va hacia abajo y la película es chafa?
Dejé abierta la posibilidad que alguien nos iluminara.
Un visitante a Apuntes de Cinéfilo, quien firmó como JVG, nos comparte su visión de las cosas. Transcribo tal cual:
“El oscar es un premio a la popularidad, no un reconocimiento tal cual al cine de arte, creo que si quisieramos hablar de reconocimiento de arte, hablaríamos de cannes, en el caso de el oscar, Inarritú como buen socializador cada vez se hace de más amigos y ellos votarán por el, es un reconocimiento a su popularidad, no a su oficio tal cual, creo que cada vez se vuelve más autocomplaciente, le hace falta darse un buen frentazo para que retome la garra y rabia de amores perros”.
No creo que González Iñárritu sea la pura verdad o una especie de mesías infalible, pero tampoco lo suficientemente popular entre los habitantes de la jungla hollywoodense como para que voten por él porque es buena onda. Tampoco Biutiful es el tipo de película que arrastre multitudes. El cine es arte pero también industria, más en Estados Unidos. Si el asunto es premiar la taquilla, las categorías estarían monopilizadas por Eclipe, Toy Story 3 o Alicia en el País de las Maravillas.
Coincidio con el compañero JVG que, quizás, le hace falta al Negro tropezarse de vez en cuando. Corre el riesgo de malacostumbrarse.
En esto de hacer comentarios, sobran quiénes se lanzan a destrozar con fauces y garras. No es mi caso. Pero cuando a alguien siempre le salen bien las cosas está así de perder piso, alucinar regacho y entrar en un soberbio estado de autocomplacencia.
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