Por Joaquín Peña Arana
¿Qué tiene de extraordinario un filme como “Tepeyac”? Si sabemos verla con ojos de cinéfilo, hay aspectos indudablemente sobresalientes.
El sólo haber intentado recrear una historia estructurada es encomiable, pero “Tepeyac” reúne los requisitos de cualquier producción de su época. ¿En verdad una mera puntada de unos bohemios sin nada mejor qué hacer? Eso afirma una fuente. Le atribuyen la dirección a José Manuel Ramos quien, en todo caso, reclutó a un grupo de personas que , independientemente de sus capacidades histriónicas, tuvieron el entusiasmo y la desinhibición para disfrazarse de soldados, religiosos e indios y ponerse a actuar frente a una cámara. A la distancia, hay polémicas en torno a las acreditaciones. Unos dicen que fue dirigida conjuntamente por José Manuel Ramos, Carlos E. González y Fernando Sáyago; otros, dicen que sólo intervinieron en la dirección Ramos y González.
El sólo haber intentado recrear una historia estructurada es encomiable, pero “Tepeyac” reúne los requisitos de cualquier producción de su época. ¿En verdad una mera puntada de unos bohemios sin nada mejor qué hacer? Eso afirma una fuente. Le atribuyen la dirección a José Manuel Ramos quien, en todo caso, reclutó a un grupo de personas que , independientemente de sus capacidades histriónicas, tuvieron el entusiasmo y la desinhibición para disfrazarse de soldados, religiosos e indios y ponerse a actuar frente a una cámara. A la distancia, hay polémicas en torno a las acreditaciones. Unos dicen que fue dirigida conjuntamente por José Manuel Ramos, Carlos E. González y Fernando Sáyago; otros, dicen que sólo intervinieron en la dirección Ramos y González.
Con sus 47 minutos reunidos en cinco o seis rollos, “Tepeyac” tiene el doble mérito de ser la primera película mexicana de corte religioso y uno de los largometrajes silentes más antiguos de nuestro país. Por supuesto, cada quien ve la película como quiere verla. Unos ven unas deficiencias espantosas en su realización. Yo no veo tal, no a ese extremo. Ladislao Cortés hizo un trabajo notable en la cámara. ¡Es 1917! Hay paneos, cortes directos que juegan con “magia fílmica”(la pintura que se convierte en un actor, por ejemplo), la toma de una cueva desde el interior de la misma, acercamientos, ¡y qué tal esa disolvencia para que la Virgen se le aparezca al tío de Juan Diego!
No era la intención original, pero el filme toma un sentido documentalista al final, cuando la pareja decide ir a La Villa. Sin querer, recupera cómo era el ambiente social de esa época. La película tranquilamente pudo haberse acabado con el final feliz del retorno del novio, pero todavía se fueron a rodar en directo. La pareja de actores lucha por parecer naturales entre un gentío (¿manifestación primitiva de neorrealismo?).
No quiero dejar de mencionar la musicalización realizada por la UNAM. Vale la pena ver “Tepeyac” con ese fondo sonoro. También, una recomendación para los conocedores: observen la edición del libro que lee Guadalupe, les interesará.
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