Por
Joaquín Peña Arana
Vi
El Gran Dictador a destiempo y a la vez en el momento preciso.
Cuando
estudiaba la universidad la maravilla electrónica de aquel entonces, el videocasete,
se había convertido en parte cotidiana de cualquier hogar. En esa época hice una búsqueda por los
videoclubes de la ciudad tratando de localizar películas de circuito cultural o
arte que se hubieran colado en los estantes.
En
ese entonces, poco o nada interesaba Chaplin en mí.
Pasaron
muchos años, dejé los años universitarios, ingresé a los medios de comunicación
y al mundo de los adultos, pero el cine jamás se alejó de mi corazón.
Fue
en ésta época de violencia, narcos y temor, cuando El Gran Dictador llegó a mis
manos hace unos cuatro años o cinco años.
Qué belleza dentro del infortunio. Verla en este tiempo que me toca (y trastoca)es darle otra lectura, permitirle toque mi alma de una forma que jamás hubiera
sido posible en otro tiempo y otro Joaquín.
Me
conmovieron las palabras de Hannah, tan profundas y actuales, como salidas de
mi corazón: “ojalá nos permitieran trabajar y vivir como antes! ¡Ojalá no
tuviéramos que marcharnos a otro país! No quiero marcharme. A pesar de las persecuciones
me gusta este país. A lo mejor no tenemos que irnos. ¡Ojalá nos dejaran vivir y
ser felices como antes!”.
Se
debate si Tiempos Modernos fue el único filme donde Charlot, el vagabundo, habló.
Para mí, la despedida del
vagabundo ocurrió realmente en El Gran Dictador, donde encontré en el discurso
final las frases que hice mías: “el
camino de la vida puede ser libre y hermoso pero lo hemos perdido. La codicia
ha envenenado a muchas almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado a
la miseria y a las matanzas”.
La
vida de Chaplin fue intensa y polémica: genio, sátiro, comunista, exiliado. Siendo
un anciano, cuando parecía que todo se había dicho, el cine le pidió perdón.
No
he visto muchas de sus películas, pero El Gran Dictador se queda en mí como la
obra que refleja mi tiempo y el profundo deseo que hagamos realidad las
palabras del vagabundo. Salgamos de las tinieblas a la luz.
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