Por
Joaquín Peña Arana
Si
le hubiera contado a Bigas Luna cómo fue mi primer acercamiento a su forma de
hacer cine.
Estaba
recién llegado a la ciudad que habito, allá por 1993. No había tantas salas
cinematográficas pero, eso sí, tenían un cine dedicado totalmente a cine porno.
Estaba a media cuadra de la plaza principal (desde la esquina se puede ver la
catedral). Pero no me quiero ocupar de
ese cine, sino de otro, cuyo nombre he olvidado pero lo tengo presente por el
acontecimiento cinematográfico que significa para mí.
Ocurrió
que, no recuerdo cómo ni por qué, me enteré del título de una película de esas
que hay que ver si se es cinéfilo: “Jamón Jamón”, dirigida por un tal Bigas Luna. El puro nombrecito sonaba prometedor. Total, que caminando por ahí vi que
un vetusto cine, ubicado a un par de cuadras de la plaza principal, la estaba
exhibiendo.
Por
dentro, el cine se caía a pedazos. No había venta de palomitas ni refresco. Es
más, no vendían golosina alguna. En la antesala, solo hombres. En silencio.
Distantes. Tardé unos minutos en entender que, donde me encontraba, era el cine
porno que le hacía competencia al otro cine porno.
“Jamón
Jamón” fue exhibida aquí, donde vivo, no como un producto del nuevo cine
español o de cine de arte o cine de propuesta o la etiqueta que quieran
ponerle, sino como puro y llano cine porno.
La película me pareció buena, quizás algo disparatada pero eran los
tiempos de cine a la Almodóvar y otros semejantes. No me extrañé ni me espantó
lo que vi en pantalla. Recuerdo claramente
la escena de Bardem mientras torea desnudo. No olvidé esa mirada profunda que
le caracteriza, como tampoco lo delgada y sensual que me pareció Penélope Cruz.
Con el tiempo los volví a encontrar en otras películas. Les identificaba como“ah,
son los de Jamón Jamón”.
No
volví a ver otra película de Bigas Luna aunque sabía que, no solo en España
sino en la cinematografía mundial, era un tipo respetado y querido. Dicen que tipos como él hacen la gran diferencia entre erotismo y pornografía. Quienes le conocieron, aseguran que le gustaba gozar la vida, amarla, chuparle el jugo
donde lo tuviera.
Para
mí, ahora, es reiniciar un aprendizaje y saldar la cuenta pendiente con Bigas
Luna.
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