Por
Joaquín Peña Arana
Sí,
yo también era un detractor de la elección de Daniel Craig como James Bond.
Cuando
vi la versión de Casino Royale para lanzar esta nueva etapa Bond, dije “se
acabó el glamour y aparte perdieron la brújula” (en realidad pensé “ya valió
máuser” pero ambas frases van de la mano). Y no fue todo. Voy viendo que el
Bond de Craig ¡se enamora! y no manches, sale en escenas tipo película de Cary
Grant, chorreando miel por todas partes, ¡no inventes! Y no era culpa de Craig,
su trabajo fue formidable.
Sentí
que las cosas más o menos se empezaron a emparejar con Quantum of Solace.
Seguía siendo rudo rudísimo pero, además de ser el primer Bond en vocho, como
que el personaje estaba cuajando (mención aparte: Joaquín Cosío estuvo muy bien
pero Jesús Ochoa, híjole, con esa barba falsísima, sin decir siquiera “yes,
sir” y me lo mataron muy rápido).
Skyfall
es como el equilibrio entre las dos eras Bond. Siguen viajando por el mundo
pero en esta ocasión la historia aterriza en el lugar donde todo comenzó. El Bond de Craig se vuelve humano, con
debilidades y conflictos interiores (aunque Craig no fue el primero. Eso inició
con Pierce Brosnan). Regresaron elementos tradicionales como el típico “Bond,
James Bond” durante una charla o el homenaje al pasado con el Aston Martin y la
reincorporación de personajes secundarios pero queridos por los fans. También
retornó el súper villano pero en una versión evolucionada, refinada; el Raoul
Silva de Javier Bardem parece chico Almodovar pero va con los tiempos, sin caricaturización.
Skyfall
es un deleite de principio a fin pero también es intriga, revelación y cambio
generacional. Ahora no nos queda duda: ya sabemos dónde nació Bond y que Bond,
efectivamente, se llama Bond. Es medio surrealista que la M de Judi Dench haya
estado con dos Bonds totalmente diferentes y al de Craig lo trate como si fuera
el de toda la vida. Skyfall es, también, un gran homenaje para Judi Dench, ¿no
se dieron cuenta?, ella es la Chica Bond de esta entrega.
¿Qué
más qué más?, pues es que parece que todo salió como hecho a la medida. Sam
Mendes hizo un gran trabajo en la dirección y tener a Adele con la canción-tema
en los créditos fue algo así como evocar a los clásicos.
Ah,
por cierto, Skyfall coincidió con el quincuagésimo aniversario de la existencia
de James Bond en la pantalla grande. Creo que no hay quejas: el plato fuerte
estuvo digno de celebración.
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