Por
Joaquín Peña Arana
En
realidad, la observación que me hizo Eric nada tiene de malo: “si ya pagaste,
¿por qué te sales del cine si la película no te gustó?”.
Miren,
yo amo al cine por sí mismo (o por sí, sin el “mismo”, por aquello de los puristas
del lenguaje) y a mí lo que me pongan, en cuanto me parezca bueno, interesante
o propuesta aceptable, órale. Igual he visto las Locas Academias de Policía, Hotel
para Perros, Hada por Accidente, Bienvenido Paisano y también me aviento las de Kurosawa, Bergman y lo que
produzca Spielberg, sean dinosaurios, extraterrestres o exámenes sobre la
complejidad humana. Quizás sea que, en ocasiones, el cine es de estados de
ánimo. Así he escrito esta colaboración y, al revisar algunos artículos, he
llegado a la conclusión de “híjole, qué regada”. Pero ya se publicó, ya ni
modo.
Estuve
haciendo memoria: ¿cuántas películas he dejado de ver? Cuento únicamente las de
sala cinematográfica, ya sentado y con boleto pagado. En realidad, no han sido
muchas (es más frecuente que tenga la suficiente paciencia para tragarme, hasta
el final, el churro que escogí). Si mal no recuerdo, han sido cuatro películas,
hasta el momento.
Fueron
la Frida de Salma Hayek, Avatar, Nosotros los Nobles y una con Ana Martin que
creo era Las Viudas, pero por más que he intentado verificar no puedo
corroborar el dato. En el caso de Frida, fue más complejo: me cansaron algunas
situaciones que vi en pantalla y, quizás, también tuvo que ver el que había
soportado durante meses un bombardeo mediático de
Fridasalmafridasalmafridasalmafridasalma. Avatar, Nosotros los Nobles y la de
Ana Martin coinciden en los mismos motivos: aburrimiento o el guión me pareció
menos que débil e insulso.
A
veces, la percepción que tenemos de una película depende de nuestro momento de
vida. Puede pasar el tiempo y esa obra cinematográfica que considerábamos la
octava maravilla decae en…sólo eso, una película. Me pasó de chavo con la
película de Kiss y después, en otra época, con Como Agua para Chocolate. A veces lo que denostaba ayer se convierte
en una de las predilectas de más adelante.
Así
las cosas, lo mejor lo mejor es ir al cine a pasarla bien. Yo a eso voy.
Prometo que mejoraré mi actitud, me portaré mejor y llevaré el iPhone con algún
libro descargado en caso de emergencia.
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