domingo, 24 de marzo de 2013

VIRIDIANA





Por Joaquín Peña Arana



En 1960 ocurrió que Luis Buñuel, exiliado como estaba en México, fue invitado por el productor de la película, Gustavo Alatriste, para que filmara Viridiana en España. La España de la dictadura. La España de Franco.

Buñuel se va para allá a filmar. En México y España, reacciones en su contra por parte del exilio español y de los opositores a Franco (hagan de cuenta la forma en que reaccionó el exilio cubano en Miami y los medios en su poder cuando Juanes planificó el concierto Paz sin Fronteras en la Plaza de la Revolución). La censura franquista le exige un cambio al final del guión. Tá bueno, Buñuel accede  y le pone otro que resultó más sugerente y perverso pero los censores no se dieron cuenta. Termina la película, está en proceso de mezcla cuando le llega la invitación al Festival de Cannes, en 1961. Alcanza a ser estrenada. Apantalla a todos y le dan la Palma de Oro.

El resultado: Viridiana fue prohibida en España y maldecida por una amplia gama de sectores que la consideraron, pues, lo que se acostumbraría de una cinta de ese tipo: blasfema, irrespetuosa, etc. etc. La cinta se estrenó en España hasta 1977.

No necesito describir la trama. Puede ser consultada con la comodidad de un botonazo a la compu.  Tampoco me quiero ocupar en encontrarle simbolismos por todas partes. Si vemos Viridiana sin tener en cuenta que es una película de Buñuel, no pasa de ser una película simplona, lenta, sin sentido, con actuaciones que no comunican (resulta que los mendigos y la niña lo hacen mejor que Silvia Pinal o Fernando Rey). Una cinta pensada para burlarse de la religión y las buenas intenciones con la excelente fotografía de José Aguayo y fondos musicales colocados en el sitio exacto.   Hasta donde sé, Buñuel ya tenía el guión cuando surgió lo de filmar en España, no sé si en verdad tenía ganas de fregarse al franquismo aunque así lo pareció. 

Quizás el mito alrededor de Buñuel es más grande que su obra. Por eso, de vez en vez, sin desmerecerlo, hay que aterrizar – como lo hice para escribir esta colaboración – en dos obras biográficas en boca del director: Mi Último Suspiro y Prohibido Asomarse al Interior. También, hay que ver el documental A Propósito de Buñuel. Quizás les sorprenda descubrir que no era el “director cinematográfico más cruel del mundo”.

No digo que sea una regla pero es que, tratándose de Buñuel, apenas así.



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