Por Joaquín Peña
Arana
Recuerdo cuando mis
cuates del bachillerato no se cansaban de hablar de ella.
“¡La parte esa en que agarra el puño de coca!
¡Y la otra donde grita ¡mátenme, mátenme!!!!”. Hablaban de Cara Cortada con emoción extrema,
al punto del orgasmo. Como si fuera la final del futbol.
Por alguna u otra
razón no fui a verla. Después, me olvidé de Tony Montana por mucho tiempo.
Con los años,
cambié de carrera y después dejé mi ciudad porteña. Ya tengo algunos años de
vivir en la frontera tamaulipeca, a unos cuantos pasos de Estados Unidos. De
recién llegado, me topé cotidianamente el rostro de Al Pacino encarnando a Tony
Montana en camionetas, cuadros, camisetas, llaveros. Donde fuera. Como
una especie de dios menor al cual había que rezarle diciendo “say hello to my
little friend”.
Al Pacino, quizás,
ofreció una de sus más grandes – y últimas - actuaciones (antes de dedicarse
por completo a ser Al Pacino interpretando a Al Pacino). Tan sólo la vida que le otorga a Tony Montana
en la escena de apertura: la cámara gira mientras es interrogado y vemos al
hombre que enfrentaremos durante el resto de la película.
En su momento, Cara
Cortada capoteó intentos de censura. Demasiado violenta para la época. Hoy me parece ridícula, como si fuera un
videohome ochentero de narcos. ¿Cómo es que, en su momento, los chorritos de sangre en la escena de la
sierra eléctrica incomodaron tanto? Pregúntome.
¿Qué más? Ah, sí. Prevalece
el mal gusto y exageración en los decorados (y no me convence como excusa eso
que era Art Narcó o que le echemos la culpa a los ochenta). Los personajes
están pero requetextremadamente estereotipados. ¿Y de verdad Oliver Stone hizo el guión?,
porque de golpe y porrazo Montana se vuelve hombre de todas las confianzas del
poderoso - contrae matrimonio - sube a la cumbre - decae. Así de rápido. Ah, y al último, sale uno que bien podría ser
el papá de Terminator.
Podría pensarse que
la carrera de Brian de Palma iba en decadencia si no supiéramos que después
hizo Doble de Cuerpo y Los Intocables. En fin, qué más decir.
Las películas no
deberían necesitar manual de estudios o guía para turismo pero hay algunas que,
pese a lo que digan, de plano no no no no.
No me la vuelvo a chutar.
Quizás debí verla
en su momento pero bueno, esto es así. Afortunadamente tenemos mucho Michael
Corleone para rato.
RECUERDE, SON EPOCAS DIFERENTES, NO ES LO MISMO VER HOY EL EXORCISTA Y MORIRSE DE LA RISA POR LO RIDICULO DE LOS EFECTOS A VERLO EN AQUELLA EPOCA. ADEMAS SU EXPERIENCIA EN CUANTO A DIALOGOS Y TOMA NO ERA LA MISMA DE AHORA A HACE 30 AÑOS
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