Por Joaquín Peña Arana
Para Génesis.
El punto de partida es predecible pero vale la profundidad del planteamiento: si nos cansamos de la vida que llevamos ¿éramos más felices antes?
Porque cuántos papás se habrán vistos reflejados en el rostro de ese Shrek que se fue agrietando prisionero de la rutina, dañado en su honor de ogro, reducido a mundano padre de familia. ¿Esos papás serían más felices antes, cuando eran solteros, hacían de su vida un papalote y tenían la libertad de pasarse por las armas a cuanta vieja se les atravesara?
Pero, hey, la gran diferencia es que Shrek descubre que, en realidad, la vida actual, no la de antes, es la verdadera. Cuando desafía a su hoy para crear un hoy alterno el resultado es la aniquilación de lo anteriormente construido que, con sus defectos o virtudes, era la elección correcta.
Recuerdo a un guardia de seguridad que, ya hace tiempo, me pidió un aventón cuando salí del trabajo. De repente, a medio camino, hizo un gesto de profunda desesperanza al tiempo que expresó una frase cargada de tristeza: “tener que llegar con la vieja”. Inmediatamente, me invitó nos fuéramos a una cantina. Yo lo dejé en la avenida a la cual le prometí llevarlo. Se bajó con el signo de la derrota.
Si lo equiparamos con la realidad de Shrek, el ogro debe dárselas no sólo de afortunado sino,además, ser capaz del hallazgo de la felicidad. Antes, tuvo que probar el amargo sabor de la ausencia.
Shrek 4, Shrek Capítulo Final o Shrek Para Siempre, cualquiera que sea el título con el que llegó a nuestras pantallas, es un producto de mejor acabado que su predecesora. Si en verdad es el cierre de la historia, es una elección acertada. Verla en 3D es otro rollo. Sin afanes fetichistas pero todavía no me puedo quitar de la cabeza a la Fiona guerrera. ¿Habrá una así en la vida real? Eh, mejor me detengo, no vaya a pasarme como a Shrek y mi deseo se vuelva realidad.